ingrassia/colovini on 26 Dec 2000 04:02:28 -0000 |
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RED DE RESISTENCIA ALTERNATIVA
Manifiesto
Inaugural
http://webs.sinectis.com.ar/redresistalt/index.htm
1. Resistir es crear.
Contrariamente a la posici�n defensiva en la cual se encuentran a menudo
los movimientos y grupos contestatarios o alternativos, nosotros pensamos que la
verdadera resistencia pasa por la creaci�n, aqu� y ahora, de los lazos y las
formas alternativas iniciadoras de movimientos, grupos y personas que, a trav�s
de una militancia por la vida, superan al capitalismo y a la reacci�n. Nosotros
creemos que, a nivel internacional, asistimos hoy al comienzo de una
contraofensiva, despu�s de un largo tiempo de dudas, marchas atr�s y destrucci�n
de las fuerzas alternativas. Este retroceso ha sido aprovechado ampliamente por
las fuerzas del neoliberalismo y el capitalismo para destruir una buena parte de
lo que cientocincuenta a�os de luchas revolucionarias hab�an construido. As�,
resistir es crear las nuevas formas, las nuevas hip�tesis te�ricas y pr�cticas
que est�n a la altura del desaf�o actual.
2. Resistir a la tristeza
Vivimos una �poca profundamente marcada
por la tristeza. No s�lo la tristeza de los llantos sino, y sobre todo, la
tristeza de la impotencia. Los hombres y las mujeres de nuestro tiempo viven en
la certeza de que la complejidad de la vida es tal que lo �nico que podemos
hacer, so pena de aumentarla, es someternos a la disciplina del economicismo, el
inter�s y el ego�smo. La tristeza social e individual nos corroe y nos convence
de que no tenemos m�s los medios de vivir una verdadera vida y as� nos sometemos
al orden y a la disciplina de la sobrevida. El tirano necesita la tristeza
porque as�, cada uno de nosotros se a�sla en su peque�o mundo, virtual e
inquietante, pero a la vez los hombres tristes necesitan del tirano para
justificar su tristeza. Nosotros creemos que el primer paso contra la tristeza
(la forma en que existe en nuestras vidas el capitalismo) es la creaci�n de
lazos solidarios y concretos. Romper el asilamiento, crear solidaridades es el
principio de un compromiso, de una militancia que no funciona m�s "contra" sino
"por" la vida, la alegr�a, a trav�s de la liberaci�n de la potencia.
3. Resistencia es multiplicidad
La lucha contra el capitalismo, que
no puede reducirse a la lucha contra el neoliberalismo, implica pr�cticas de
multiplicidad. El capitalismo ha inventado un mundo �nico y unidimensional, pero
ese mundo no existe "en s�". Para existir exige nuestra sumisi�n y nuestro
acuerdo. Ese mundo unificado, que es un mundo devenido mercanc�a, se opone a la
multiplicidad de la vida, se opone a las infinitas dimensiones del deseo, de la
imaginaci�n y de la creaci�n. Se opone, fundamentalmente, a la justicia. Es por
eso que nosotros creemos que toda lucha que se pretenda global o totalizante
contra el capitalismo queda atrapada en la estructura misma del capitalismo, es
decir, la globalidad. La resistencia debe partir y desarrollar las
multiplicidades mediante la creaci�n de lazos de solidaridad y ayuda, pero en
ning�n caso una direcci�n o estructura que globalice, que centralice estas
luchas.
4. Resistir es un centro difuso
Una red de resistencia que respete
la multiplicidad es un c�rculo que posee, po�tica y paradojalmente, su centro en
todas partes.
5- Resistir es no desear el poder
Ciento cincuenta a�os de
revoluciones nos ense�aron que, contrariamente a la visi�n cl�sica, el lugar del
poder, los centros de poder, son a la vez centros de m�nima potencia o bien de
impotencia. El poder se ocupa -por as� decirlo- de la gesti�n, y no tiene, en s�
mismo, la posibilidad de modificar desde arriba la estructura social si la
potencia de los lazos reales en la base no se lo permiten. La potencia se
encuentra as� tendencialmente separada del poder constituido. Es por ello que
nosotros pensamos que lo que sucede "arriba" es del orden de la gesti�n y la
pol�tica, en el sentido noble, es lo que sucede "abajo", en el �mbito del poder
constituyente. Es por ello que la resistencia alternativa ser� potente en la
medida en que abandone la trampa de la espera, es decir, el dispositivo pol�tico
cl�sico que posterga, invariablemente a un "ma�ana", a un despu�s, el momento de
la liberaci�n. Los "amos liberadores" nos piden la obediencia hoy en nombre de
una liberaci�n que veremos ma�ana, pero ma�ana es siempre ma�ana. Es por esto
que nosotros proponemos a los amos liberadores (comisarios pol�ticos, dirigentes
burocratizados y otros militantes tristes) la liberaci�n aqu� y ahora y la
obediencia, ma�ana.
6. Resistir a la serialidad
El poder mantiene y desarrolla la
tristeza apoyado en la ideolog�a de la inseguridad. El capitalismo no puede
existir sin serializar, sin dividir, sin separar. Y la separaci�n triunfa
cuando, poco a poco, la gente, los pueblos, las naciones viven obsesionados por
la inseguridad. Nada es m�s f�cil a disciplinar que un pueblo de ovejas
convencido de que son, todos y cada uno, un lobo para otro. La inseguridad y la
violencia son reales, pero solamente en la medida en que lo aceptemos; es decir,
que aceptemos esta ilusi�n ideol�gica que nos hace creer que somos, cada uno de
nosotros, un individuo aislado del resto. Vive el hombre triste como si hubiera
sido arrojado a un decorado; los otros son figurantes. La naturaleza, el mundo y
los animales son "utilizables", y cada uno de nosotros, el protagonista central
y �nico de nuestras vidas. El individuo no es ya una persona, el individuo es
una ficci�n, una etiqueta; la persona, en cambio, es cada uno de nosotros pero a
condici�n de abrir los ojos a la realidad de nuestra pertenencia a este todo
sustancial que es el mundo. Se trata de rechazar las etiquetas de: profesi�n,
nacionalidad, estado civil, desocupados, empleados, discapacitados, etc., detr�s
de las cuales el poder intenta uniformar y aplastar la multiplicidad que cada
uno de nosotros es. Pero nosotros somos multiplicidades mezcladas con
multiplicidades. Es por eso que el lazo social no es algo que haya que construir
sino, m�s bien, asumir. Los individuos, las etiquetas, viven y refuerzan el
mundo virtual. Reciben noticias de sus propias vidas a trav�s de la pantalla de
la televisi�n. La resistencia alternativa implica dar un lugar al real de los
hombres, las mujeres, la naturaleza. Los individuos se encuentran como tristes
sedentarios atrapados en sus etiquetas y roles. Es por ello que la alternativa
implica asumir un nomadismo libertario.
7. Resistir sin amos
La creaci�n de una vida diferente pasa,
fundamentalmente, por la creaci�n de alternativas, de modos de vida, de modos de
desear. Si nosotros deseamos lo que posee el amo, si nosotros deseamos de la
misma manera que el amo, estaremos condenados a repetir las famosas revoluciones
pero, esta vez, en el sentido que en la f�sica tiene la palabra "revoluci�n", es
decir, una vuelta completa a un mismo punto. Se trata as� de inventar y de crear
en lo concreto nuevas pr�cticas e im�genes de felicidad. Si nosotros pensamos
que solamente se puede ser feliz a la manera individualista del amo y pedimos
una revoluci�n que nos de satisfacci�n estaremos condenados eternamente a
cambiar de amos. Hay que crear un comunismo no de la necesidad sino del goce que
da la solidaridad. No se debe compartir a la manera triste, es decir, porque
estemos obligados. Hay que descubrir el goce de una vida m�s plena, m�s libre.
En la sociedad de la separaci�n, de la atomizaci�n, es decir, en la sociedad
capitalista, los hombres y las mujeres no encuentran lo que desean, deben
contentarse con desear lo que encuentran. La separaci�n es separaci�n as� de los
unos con los otros, de cada uno de nosotros con el mundo, del trabajador con su
producto, pero a la vez de cada uno de nosotros, separados, exiliados de
nosotros mismos. Es la estructura de la tristeza.
8. Una pol�tica de la libertad
En efecto, la pol�tica, en su
sentido profundo, se conecta con las pr�cticas emancipatorias, con las ideas y
las im�genes de felicidad que derivan de ellas. La pol�tica es la fidelidad con
una b�squeda activa de la libertad. En contra de esta idea de la pol�tica se
alza la pol�tica como gesti�n de la situaci�n tal como aparece dada.
La
gesti�n es un momento, es una tarea, es un aspecto. Pero este elemento se
pretende el todo. Se reclama el todo de la pol�tica. Demanda toda la atenci�n y
jerarquiza las prioridades, limitando, frenando e institucionalizando las
energ�as vitales que la rebasan. La gesti�n es representaci�n, y la
representaci�n, como tal, es solo parte del movimiento real. Este -movimiento
real- no necesita de la representaci�n para vivir, y �sta -presentaci�n-, en
cambio, tiende a acotar la potencia de la presentaci�n.
La pol�tica
revolucionaria es aquella que persigue en todo momento la libertad pero no en
tanto asociada esencialmente a hombres o instituciones, sino como un devenir
permanente que no acepta atarse, fundirse, encarnarse ni institucionalizarse. La
b�squeda de la libertad se vincula con la constituci�n del movimiento real, de
la cr�tica pr�ctica, del cuestionamiento permanente y del desarrollo ilimitado
de la vida.
En este sentido la pol�tica revolucionario no es lo contrario de
la gesti�n. En todo caso a lo que se opone la pol�tica es a la separaci�n y la
reificaci�n de la geati�n. Esta, como parte del todo, es parte de la pol�tica.
La gesti�n como queriendo ser el todo de la pol�tica, en cabio, es precisamente
el mecanismo de la virtualizaci�n que nos sumerge en la imoptencia.
La
pol�tica como tal no es sino la armon�a de la multiplicidad de la vida en
conflicto permanente contra sus propios l�mites. La libertad es el despliegue de
sus capacidades y potencias, la gesti�n es solo un momento limitado y
circunscrito en que este despliegue se representa.
9. Resistencia y contracultura
Resistir es crear y desarrollar
contrapoder y contracultura. La creaci�n art�stica no es un lujo del hombre, es
una necesidad vital de la cual las inmensas mayor�as se encuentran privadas. En
la sociedad de la tristeza, el arte fue separado de la vida, m�s a�n, el arte
est� cada vez m�s separado del arte mismo, porque est� pose�do, gangrenado por
los valores mercantes. Es por ello que los artistas entienden, quiz�s mejor que
muchos, que resistir es crear. A ellos tambi�n nos dirigimos, para que la
creaci�n supere la tristeza, es decir, la separaci�n, para que la creaci�n pueda
liberarse de la trampa del dinero y recupere su lugar en el seno de la vida.
10. Resistir a la separaci�n
Resistir es, a la vez, superar la
separaci�n capitalista entre teor�a y pr�ctica, entre el ingeniero y el obrero,
entre la cabeza y el cuerpo. Una teor�a que se separa de las pr�cticas se
transforma en una idea est�ril. Es as� como, en nuestras universidades, existen
mir�adas de ideas est�riles, pero a la vez las pr�cticas que se separan de la
teor�a se condenan a desaparecer por fatiga en una suerte de autoreabsorci�n.
Resistir, entonces, es crear los lazos entre las hip�tesis te�ricas y las
hip�tesis pr�cticas, que todo aquel que sepa hacer algo sepa tambi�n
transmitirlo a aquellos que desean liberarse. Creamos as� las relaciones, los
lazos que potencian teor�as y pr�cticas de emancipaci�n, de espaldas a los
cantos de sirena que nos proponen "ocuparnos de nuestras vidas" y, de esa
manera, respondemos que nuestras vidas, porque no son m�s sobrevidas, se
extienden m�s all� de los l�mites de nuestra piel.
11. Resistir a la normalizaci�n
Resistir significa, a la vez,
deconstruir el discurso falsamente democr�tico que pretende ocuparse de los
sectores y la gente excluida. En nuestras sociedades, no existen los
"excluidos"; en nuestras sociedades, estamos todos incluidos de maneras
diferentes, de maneras m�s o menos indignas y terribles, pero incluidos. La
exclusi�n no es un accidente, no es un exceso. Lo que ellos llaman exclusi�n e
inseguridad es lo que nosotros debemos ver como la esencia misma de esta
sociedad que ama la muerte. Es por esto que luchar contra las etiquetas implica
nuestro deseo de contactarnos con las luchas de los denominados "anormales" o
discapacitados. Nosotros decimos que no hay hombre o mujer anormal, no hay
hombre o mujer discapacitados. Existen personas y modos de ser diferentes. Las
etiquetas act�an como minicampos de concentraci�n donde cada uno de nosotros
est� definido por un nivel dado de impotencia. Lo que nos interesa es la
potencia, la libertad. Un discapacitado existe solamente en una sociedad que
acepta la divisi�n entre fuertes y d�biles. Si nosotros rechazamos esto, que es
la barbarie, no podemos guardar el encasillamiento, la selecci�n del
capitalismo. Es por ello que la alternativa implica un mundo donde cada uno de
nosotros asume su fragilidad y donde cada uno de nosotros desarrolla lo que
puede, con los otros y por la vida. Conocemos, por ejemplo, la incre�ble riqueza
de la cultura sorda, creada una vez que hombres y mujeres de coraje han sabido
hacer estallar la prisi�n de la taxonom�a m�dica, de la misma manera la lucha
contra la psiquiatrizaci�n de la sociedad, y tantas otras luchas que, lejos de
ser peque�as luchas por un poco m�s de espacio, son verdaderas creaciones que
enriquecen la vida. Por eso, invitamos tambi�n a resistir con nosotros a los
grupos de lucha contra la normalizaci�n disciplina m�dico-social.
Otro tanto
sucede con las formas de disciplinamiento propia de los sistemas educativos. La
normalizaci�n opera aqu� como una amenaza permanente de fracaso o desempleo.
Existen en cambio experiencias paralelas, alternativa y diversas respecto de la
escolarizaci�n en las que los problemas ligados a la educaci�n se despliegan en
una l�gica diferente.
Discapacitados, desocupados, jubilados, culturas
marginadas, homosexuales, son todas formas de clasificaci�n sociol�gica que
operan separando y aislando a partir de la impotencia, de lo que no pueden
hacer, tornando unilateral y pobre, lo m�ltiple, lo rico, lo que puede ser visto
como pleno de potencia.
12. Resistir al repliegue
Resistir es, tambi�n, rechazar la
tentaci�n de un repliegue de identidad que separe nacionales de extranjeros. La
inmigraci�n, los flujos migratorios no son un problema, son una profunda
realidad de la humanidad, desde siempre y para siempre. No se trata de ser
filantr�picamente bueno para con los extranjeros, se trata de desear la riqueza
que el mestizaje produce. Resistir es crear lazos entre los "sin", sin techo,
sin trabajo, sin papeles, los sin dignidad, los sin tierra, todos los sin que no
poseen el "buen color de piel", la buena pr�ctica sexual, etc. Una uni�n de sin,
una fraternidad de los sin, no para ser "con" sino para construir sociedades
donde no existan m�s los sin y los con.
13. Resistir a la ignorancia
Nuestras sociedades que se pretenden
culturas cient�ficas son, en realidad, desde un punto de vista hist�rico y
antropol�gico, el modo de sociedad que ha producido el m�ximo grado de
ignorancia que la epopeya humana haya conocido. Si en toda cultura los hombres
pose�an t�cnicas, nuestra sociedad es la primera propiamente pose�da por la
t�cnica. Noventa por ciento de nuestros contempor�neos son incapaces de saber lo
que pasa entre el momento en que ellos aprietan los botones y el momento en que
el efecto deseado se produce. El noventa por ciento de nuestros contempor�neos
ignoran la casi totalidad de los resortes y mecanismos del mundo en el cual
viven. As�, nuestra cultura produce hombres y mujeres ignorantes que, al
sentirse exiliados de su medio, pueden destruirlo sin m�s. La violencia de este
exilio es tal que, por primera vez, la humanidad se encuentra frente a la real y
concreta -quiz�s inevitable- posibilidad de su destrucci�n. Nos dicen que dada
la complejidad de la t�cnica los hombres deben aceptarla sin comprenderla, pero
el desastre ecol�gico muestra que aquellos que creen comprender la t�cnica est�n
lejos de manejarla. Es urgente crear colectivos, n�cleos, foros de socializaci�n
del saber para que los hombres puedan nuevamente hacer pie en el mundo real. Hoy
en d�a, la t�cnica de la gen�tica nos pone al borde de una selecci�n entre los
seres humanos de acuerdo a criterios de productividad y beneficio. El eugenismo,
en nombre del bien, inhumaniza la humanidad. Nos dicen, desde las pantallas que
ordenan nuestras vidas, que ya podemos proceder a la clonaci�n de un ser humano,
y nuestra triste humanidad desorientada ignora qu� es un ser humano. Estas son
cuestiones profundamente pol�ticas que no deben quedar en manos de los t�cnicos.
La res p�blica no debe devenir en res t�cnica.
14. Resistencia permanente
Resistir es afirmar que, contrariamente
a lo que pudimos creer, la libertad no ser� nunca un puerto de llegada.
Paradojalmente, la esperanza nos hunde en la tristeza. La libertad y la justicia
existen solamente aqu� y ahora, en y por las v�as que la construyen. No hay amo
bueno ni utop�a realizada. La utop�a es el nombre pol�tico de la esencia misma
de la vida, es decir, el devenir permanente. Es por esto que el objetivo de la
resistencia no ser� jam�s el poder. El poder y los poderes est�n ellos
condenados a no alejarse demasiado de lo que un pueblo desea. Es por ello que es
siempre una actitud de esclavo creer que el poder decide el real de nuestras
vidas. Es por ello que el hombre triste -dec�amos- necesita al tirano. No es
suficiente pedir a los hombres que ocupan el poder que dicten tal o cual ley,
separadas de las pr�cticas de la base social. No podemos, por ejemplo, pedir a
un gobierno que dicte leyes de solidaridad con los extranjeros si en la base
social no construimos esta solidaridad. La ley y el poder, si son democr�ticos,
deben reflejar el estado de la vida real de la sociedad. Es por esto que nuestro
problema no es que el poder sea corrupto y arbitrario. Nuestro problema y
nuestro desaf�o es la sociedad que este poder refleja, es decir, nuestra tarea,
como hombres y mujeres libres, es que existan los lazos de solidaridad, de
libertad y amistad que impidan realmente que el poder sea reaccionario. No hay
m�s libertad que las pr�cticas de liberaci�n.
15. La alternativa es lucha
No se puede realmente ser
anticapitalista y aceptar, al mismo tiempo, las im�genes de felicidad y
realizaci�n que el mismo sistema genera. Si se desea ser como el amo, tener lo
que el amo tiene, se est� en la posici�n del esclavo. El camino de la libertad
es incompatible con el deseo del amo. Precisamente de la resistencia surgen
otras im�genes de la felicidad y de la libertad, im�genes alternativas, ligadas
a la creaci�n y al comunismo.
Desear el poder del amo es lo opuesto a desear
la libertad. Y la libertad es devenir libre, es lucha.
La composici�n de
lazos aumenta la potencia, la separaci�n capitalista la disminuye. La lucha por
la libertad es ya lucha comunista por recuperar y aumentar la potencia. En
cambio el capitalismo opera por abstracci�n, por serializaci�n y reificaci�n,
descomponiendo lazos y sumergi�ndonos en la impotencia. Por eso la lucha por la
libertad y la democracia son devenir permanente que no encuentran encarnaci�n
definitiva. Por eso la lucha es siempre por encontrarse con la potencia, por
componer lazos, por alimentar el deseo de la libertad en cada situaci�n
concreta.
16. Resistencia obrera
La resistencia y la creaci�n de sociedades
nuevas exige que pensemos a la vez la cuesti�n del llamado sujeto
revolucionario, es decir, la clase obrera, personaje mesi�nico dentro del
historicismo moderno. Contrariamente a lo que pretenden los soci�logos
posmodernos de la complejidad, la clase obrera no tiende a desaparecer.
Simplemente, la funci�n obrera se desplaza y se ordena geogr�ficamente. As�, si
en los pa�ses centrales num�ricamente hay menos obreros, la producci�n se ha
desplazado hacia los llamados pa�ses perif�ricos, donde la explotaci�n brutal de
hombres, mujeres y ni�os garantiza enormes beneficios a las empresas
capitalistas. As�, en los pa�ses centrales, mediante la evocaci�n de la
inseguridad y el miedo, se proponen a las clases populares alianzas nacionales
para mejor explotar al tercer mundo. Nosotros decimos que la producci�n
capitalista es una producci�n difusa, desigual y combinada. Es por ello que la
lucha, la resistencia debe ser m�ltiple, pero a la vez solidaria. No existe
liberaci�n individual o sectorial. La libertad se conjuga solamente en t�rminos
universales, o dicho de otra manera, mi libertad no termina donde comienza la
libertad de otro, sino que mi libertad no existe sino bajo la condici�n de la
libertad del otro. Nosotros pensamos que si bien no existe un sujeto
revolucionario, existen, de todas maneras, sujetos m�ltiples revolucionarios.
Hoy en d�a, vemos florecer coordinadoras, colectivos y grupos de trabajadores
que desbordan en sus reivindicaciones ampliamente las luchas sectoriales. Estas
luchas deben en cada singularidad, en cada situaci�n concreta, superar los
encasillamientos del amo, es decir, rechazar la separaci�n entre empleados y
desocupados, entre nacionales y extranjeros. No porque el empleado, el nacional,
hombre, blanco sea caritativo con el desempleado, el extranjero, la mujer, el
discapacitado, el menor, sino porque toda lucha que acepte y reproduzca estas
diferencias -hay que decirlo, claramente y de una buena vez por todas- es una
lucha que, por m�s violenta que sea, respeta y refuerza el capitalismo.
Pero
la funci�n obrera tambi�n se desplaza en otro sentido. De la f�brica cl�sica
como espacio f�sico privilegiado de constituci�n de valor a la f�brica social,
en que el capital asume la tarea de coordinar y subsumir todas y cada una de las
actividades sociales. El valor se difumina por toda la sociedad. Circula a
trav�s de las m�ltiples formas del trabajo. La acumulaci�n capitalista se ampl�a
al todo de la sociedad y, por tanto, puede ser saboteada en cualquier punto del
circuito, mediante actos de insubordinaci�n. El trabajo valoriza al mundo de
formas m�ltiples mediante la combinaci�n de un complejo de tareas puramente
t�cnicas, profesionales, administrativas y creativas sean manuales o
intelectuales. En la base de todo el proceso est� la potencia de la cooperaci�n
como la fuerza productiva del valor.
17. Trabajo y el no trabajo
Parte de la construcci�n de las
jerarqu�as y clasificaciones que se nos imponen parten de la confusi�n de la
divisi�n t�cnicas del trabajo y la divisi�n social del trabajo. Es que bajo la
noci�n de trabajo entendemos dos cosas diferentes. Por un lado una actividad
constitutiva, antropol�gica u ontol�gica del hombre, el conjunto de las
relaciones sociales que nos conforman, la perspectiva materialista de la
sociedad y la historia. Pero por otro lado el trabajo es ese deber, alienante,
esa esclavitud moderna bajo la que el capital nos separa en clases. Es aquello
que nos hace sufrir cuando lo tenemos y cuando no lo tenemos. Abolir el trabajo
en este �ltimo sentido es realizar las posibilidades de la idea comunista del
trabajo, la del primer sentido.
Las jerarqu�as que se fundan en la
unimidimensionalizaci�n de la vida en la cuesti�n del trabajo alienado, en el
empleo, son las que deben quedar disueltas en la apertura a la multiplicidad de
saberes y pr�cticas de la vida.
El trabajo, desde el punto de vista
ontol�gico, el conjunto de las actividades que efectivamente valorizan al mundo
(t�cnicas, cient�ficas, art�sticas, pol�ticas)son, a la vez, una fuente de
democratizaci�n radical y un cuestionamiento definitivo y total del
capitalismo.
18. Resistir es construir pr�cticas
Resistir no es, entonces, tener
opiniones. En nuestro mundo, contrariamente a lo que se cree, no hay
"pensamiento �nico"; hay cantidades de ideas diferentes. Lo que ocurre es que
opiniones diferentes no implican pr�cticas realmente alternativas y por lo tanto
esas opiniones son solo opiniones bajo el imperio del pensamiento �nico o sea,
de la pr�ctica �nica.Hay que parar con este mecanismo de la tristeza que hace
que tengamos opiniones diferentes y pr�cticas �nicas. Romper con el mundo del
espect�culo significa no ser m�s espectadores de nuestra vida, espectadores del
mundo. Atacar al mundo virtual, este mundo que necesita para disciplinarnos,
para serializarnos, que estemos todos y cada uno a la misma hora frente al
televisor para informarnos, no es, entonces, decir c�mo debe ser el mundo, la
econom�a, la educaci�n de manera abstracta. Resistir es construir millones de
pr�cticas, de n�cleos de resistencia que no se dejen atrapar por lo que el mundo
virtual llama "seriedad". Ser realmente serio no es pensar la globalidad y
constatar nuestra impotencia. Ser serios implica construir, aqu� y ahora, las
redes y lazos de resistencia que liberen la vida de este mundo de muerte. La
tristeza es profundamente reaccionaria. Ella es comprensible pero no deja de ser
reaccionaria. La tristeza nos hace impotentes. La liberaci�n, finalmente, es
tambi�n liberaci�n de los comisarios pol�ticos, en s�ntesis, de todos estos
agrios y tristes amos liberadores. Es por esto que resistir es tambi�n esta
invitaci�n a crear las redes que nos saquen del aislamiento. El poder nos quiere
aislados y tristes, sepamos ser alegres y solidarios.
Es en este sentido que
nosotros no reconocemos la militancia como una elecci�n individual. Todos
tenemos un determinado grado de compromiso. No existen los no militantes o los
independientes. Todos estamos ligados. La cuesti�n es saber por un lado qu�
grado de compromiso se tiene y, por otro, saber en que lado de la lucha est� uno
comprometido.
19. Conectarse es potenciarse
Resulta imprescindible reflexionar
sobre nuestras pr�cticas. Pensarlas, volverlas visibles, inteligibles,
comprensibles. Poder conceptualizar lo que hacemos es parte de la legitimidad de
nuestras construcciones y, adem�s, de la socializaci�n de saberes entre quienes
pensamos haciendo y hacemos pensando. Ser nosotros mismos lectores, pensadores y
te�ricos de nuestras pr�cticas para evitar que nos empobrezcan con lecturas
normalizadoras. Ser capaces de apreciar el valor de nuestro trabajo.
20. Resistir es crear lazos.
Este manifiesto es una invitaci�n no a
adherir a un programa o menos a�n a una organizaci�n. Invitamos simplemente a
los hombres y las mujeres, a los grupos y colectivos que se sientan reflejados
en estas preocupaciones a tomar contacto con nosotros, a contarnos vuestras
experiencias e inquietudes para comenzar aqu� y ahora a destruir el
aislamiento.
Nosotros pedimos a quienes en los distintos pa�ses llegue por
diferentes medios este manifiesto fotocopiarlo o difundirlo por los medios que
disponga.
De nuestra parte, sin privarnos ni rechazar m�todos como internet,
pensamos que ser�a mejor que este manifiesto pueda circular de manera mas
concreta de mano en mano.
Todos aquellos que solos o juntos quieran producir
comentarios, propuestas o relatos que nos los hagan llegar. Nosotros nos
comprometemos a hacerlo circular por la RED DE RESISTENCIA ALTERNATIVA.
Al no
proponernos construir un centro o direcci�n ponemos a disposici�n de los
compa�eros y amigos el conjunto de los contactos de la R.R.A. para que �stos,
proyectos y di�logos no se hagan de forma conc�ntrica.
21. Colectivo de colectivos
Muchos de nuestros colectivos y grupos
poseen revistas o publicaciones. En ellas se encuentran a menudo experiencias y
saberes que pueden ser provechosos para los otros grupos. La RRA se propone
acumular y poner a disposici�n de los otros grupos estos saberes libertarios que
puedan ayudar y potenciar la lucha de los compa�eros.
Cientos de luchas se
agotan por aislamiento o por falta de apoyo. Cientos de luchas se ven obligadas,
por as� decirlo, a empezar de cero. Y cada lucha que fracasa no es s�lo una
"experiencia", cada fracaso refuerza, vacuna al enemigo. De ah� la necesidad de
ayudarnos, de crear "retaguardias solidarias" para que cada persona, que en
cualquier lugar del mundo luche a su manera, en su situaci�n, por la vida y
contra la opresi�n pueda; contar con nosotros, como nosotros esperamos contar
con ustedes.
22. Anticapitalismo activo
El capitalismo no caer� desde arriba. Es
por esto que en la construcci�n de las alternativas no hay proyecto chico o
proyecto grande.
Desde el oto�o de Buenos Aires, 1999.
Saludos fraternales a todos los
HERMANOS DE LA COSTA*.
"Hermanos de la costa": saludo de piratas. A diferencia de los corsarios,
traficantes, esclavistas y mercantilistas de los mares, los piratas eran
comunistas y creaban comunas libres.
Firmas:
El Mate (Argentina)
Asociaci�n Madres de Plaza de Mayo
(Argentina)
Colectivo Amauta (Per�)
Malgr� Tout
(Pas�s-Francia)
Colectif Che (Toulon-Francia)
Cllectif contre les
expulsins (liege-B�lgica)
Centre Social (Bruselas-B�lgica)