Antonio C Pinto on 26 Mar 2001 15:41:26 -0000


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EXTRANJERO EN ARCO:
CR�NICA DEL ESPECT�CULO, DEL HAST�O
Y, TAMBI�N, DE LA EMOCI�N.

-Juli�n Rodr�guez Marcos

publicado en Extremadura, Caceres, Espa�a



Tres azafatas vestidas de verde, con zapatos inc�modos, demasiado tac�n,
evidentemente muy guapas, distribuyen el suplemento de un conocido
peri�dico sin variar sus gestos inexpresivos. No tan inexpresivos:
transmiten cansancio, hast�o. Nada que ver con el aparente glamour que
les han dise�ado a medida para esta ocasi�n.
Esto sucede el viernes. El domingo, el cansancio se acent�a: marcas
profundas bajo los ojos, marcas que apenas cubre el maquillaje. Sonrisas
sard�nicas de vez en cuando: ya conocen cu�l es el verdadero rostro del
arte contempor�neo.
Todos los d�as, grupos de adolescentes con mochilas y bocadillos
preparados en casa deambulando extasiados. Son los m�s entusiastas. Ni
una pizca de cinismo. Si acaso, sorpresa, y un poco de azoramiento ante
lo que no comprenden.
Uno ha visto ya demasiadas veces este espect�culo. No se sorprende
apenas por nada. Pasa por los stands de las galer�as, de las
instituciones, deteni�ndose cada vez menos. Retinas acostumbradas a
todo. En el stand, poco m�s que un mostrador, de Art Monthly dos
�venezolanos? preguntan a la chica que lo atiende por los responsables
de la revista. "Distribuimos revistas de arte en Am�rica Latina",
aseguran. La chica pone un gesto tambi�n inexpresivo, como si dijera:
"No hablo espa�ol". Pero s� habla espa�ol. "Estar�n por ah�", masculla.
"Vuelvan luego". M�s all�, en el mismo pabell�n, secci�n brit�nica (los
invitados a la fiesta de este a�o), dos galeristas toman t� con
sandwiches y se lamentan: "Now I need a massage." A esas alturas todos
necesitamos un masaje. Si eres mujer, y est�s dispuesta a "dejarte ir",
como asegura alguien a la entrada de una project room, la artista Alicia
Framis, puede ofrecerte ese masaje. Siento envidia. Comienzan a dolerme
los pies, a pesar de las suelas de goma. O a causa de ellas, no s�.

OUT OF ARCO

�Y fuera de ARCO qu�? Posiblemente lo m�s interesante. En la calle
Serrano, entre trajes de Loewe y Lacroix, con mil perfumes caros
mezclados con el perfume de los mil tubos de escape que van y vienen en
la ma�ana del s�bado, decenas de rumanos te asaltan con sus mensajes
confundi�ndote con uno de los habituales del barrio Salamanca. Hasta
llegar a la sala de exposiciones de La Caixa desde las galer�as de la
calle Claudio Coello o Villanueva males de ojo, salutaciones,
buena-suerte-guapo, taca�o, no-tienes-piedad, tengo-seis-hijos� Un
sinf�n de lemas que voy grabando en la corteza del cerebro con cuidado,
con un buril que no s� si est� hecho de cinismo o de indiferencia. De la
piedad por el primero, al hast�o (yo mismo como una de esas azafatas
"verdes") que me provoca el �ltimo pedig�e�o. "Se te endurece el
coraz�n", "Son una legi�n de farsantes", "Actores m�s que nada". En el
quiosco de prensa, los j�venes ricos que se llaman a s� mismos, en sus
tarjetas de visita, brokers, ya no yuppies, sueltan tambi�n su letan�a,
sus propios lemas. Se los desgranan al vendedor, propietario �l mismo de
una sonrisa c�nica que a todo dice "S�, claro", o "Qu� pena" si la due�a
del perrito ha pisado sin querer a uno de los borrachos, �stos,
espa�oles, que piden en la esquina con Goya.
As� que entras en la exposici�n de Gillian Wearing en La Caixa pidiendo
tiempo, un break, d�jenme de la realidad.
Nada menos reconfortante que estas obras. La "maldita" realidad del
exterior se multiplica por diez. Pero has decidido sentarte a ver todos
estos v�deos, hacer tiempo hasta la hora del almuerzo, en la que
hablar�is, ante paella y cordero asado, de net art y de una realidad
mucho m�s, digamos, virtual.
Gillian Wearing le parece a uno, desde hace alg�n tiempo, una de las
artistas m�s interesantes del presente. Si alguien desea encontrar una
obra verdaderamente contempor�nea y verdaderamente "intensa" ha de
remitirse a una cualquiera de las series de Wearing, una vez muerto
Gonz�lez-Torres. A Signos que dicen lo que quieres decir y no signos que
dicen lo que otra persona quieres que digas, de 1992 y 93, o a 10-16, de
1997. Los traumas de la gente de hoy, sus necesidades, su horror por la
vida cotidiana, la extra�eza de seguir vivos a pesar del dolor acumulado
en la infancia. Cada imagen de la desolaci�n encuentra su r�plica, tanto
espejo como an�lisis, en la obra de esta artista inglesa todav�a joven.
Con un rigor fuera de lo com�n. Con id�ntica contenci�n, sin
estridencias, sin alharacas exhibicionistas a lo "paisaje de la pobreza
hecho por artista latinoamericano que vive en Nueva York o Par�s y
recuerda La Habana o Medallo y echa de menos su basura que ahora cubre
con oro de Cartier". La obra de Wearing va directa tanto al cerebro como
al coraz�n.
Dir�a que incluso al est�mago, porque el arroz de la paella, una hora y
media despu�s, se atasca en alguno de mis conductos mientras a mi lado
un cr�tico define el ciberespacio y las sensaciones del futuro (que ya
est� aqu�): "Estoy desesperado", recuerdo que dice con su cartelito de
papel blanco uno de los personajes de Wearing.
Lejos de ARCO todo se vuelve a veces ARCO, esa sensaci�n de "no lugar" y
de vac�o permanente a punto de llenarse. El horro vacui del rev�s. Una
sensaci�n dif�cil de entender si no has visitado la Feria al menos diez
veces en diez a�os diferentes. Y en el Parque del Retiro, hacia el
Palacio de Vel�zquez y el Palacio de Cristal, la sensaci�n no desaparece
a pesar del sol fr�o de febrero y de los ecuatorianos que tocan
ballenatos. Los patos del Retiro raramente vuelan m�s all� del parque,
esp�an las migas de pan, las golosinas de los ni�os, con su propio
hast�o, dejan a un lado el ma�z que les arrojamos mientras pensamos al
mismo tiempo en esa instalaci�n de Cildo Meireles (otro artista
necesario) en el Palacio de Cristal y en El amigo americano de Wenders,
que reponen en el C�rculo de Bellas Artes.

ARCO SIN ANTEOJERAS

Me he desprendido de ellas esta ma�ana, a cambio calcetines limpios bien
estirados y una sonrisa para d�as de ensue�o.
Sonr�o en el stand del MEIAC, al que vuelvo un poco m�s tarde, despu�s
de horas de paseo art�stico, con la sonrisa algo gastada.
des-juego/de-game. Con min�sculas. �ste es el t�tulo que el excr�tico y
artista Ant�nio Cerveira Pinto, director de la Galer�a Virtual del museo
extreme�o, ha elegido para presentar las �ltimas adquisiciones del mismo
en ARCO. Cerveira sigue siendo uno de los m�s l�cidos analistas del arte
de hoy, en su caso ya arte del siglo XXI. R�e por ello, por el arte del
siglo pasado en el que muchos de sus colegas siguen empe�ados.
El espacio del MEIAC es, sin duda, uno de los m�s interesantes de la
Feria, y afianza un proyecto que coloca al museo en un lugar nuevo en su
historia: el de adelantado. El primero en el punto de partida (casi el
�nico). Uno no sabe si en Extremadura, si todos los pol�ticos
extreme�os, entender�n del todo de qu� va esto del net art, pero desea
que este programa, muy diferente de la "secci�n extreme�a" (la
controvertida) del museo, se entienda: porque es singular, porque tiene
calidad y porque ya es el presente. Olvidemos las frases complacientes
para el futuro. Y olvidemos los insultos de "casafranco" (por el
director del Museo, Antonio Franco), los exhabruptos de los que se creen
ninguneados (los habitualmente beneficiarios de las prebendas), las
pataletas de los que siempre quieren m�s. "�Qu� hay de lo m�o?", suelen
preguntar en los bares, en los despachos, en la propia Feria, �vidos e
insatisfechos siempre. En esta ocasi�n, 2001, a�o singular por tantas
cosas, el MEIAC ha dado un paso adelante, su director ha realizado una
buena apuesta, que muchos medios de comunicaci�n de Madrid y Barcelona
han destacado, s�lo resta que quienes le mantienen en el cargo sepan
ahora atorgarle los medios que necesita un proyecto de esa envergadura.
Mejor ahora que cuando los grandes museos espa�oles y europeos entren
como tiburones en el banco de pesca del arte electr�nico.
Pero no todo es arte en la Red, arte digital, cd-roms alterados
(estupendo el juego de Fran Ilich para hablar de Tijuana y de la
emigraci�n a EEUU). Unas peque�as piezas de Shirin Neshat recuerdan su
Turbulent y la emoci�n de sus mejores obras. Nan Goldin y the other
side. Aruba Eterno, Navin Rawanchaikul, la revista Trans, Rogelio L�pez
Cuenca, los cubanos  Carlos Garaicoa y Marta Mar�a P�rez Bravo, Liam
Gillick (tambi�n en la galer�a madrile�a, lejos de ARCO, de Javier
L�pez) y buena parte de la embajada brit�nica, Joan Fontcuberta, los
asi�ticos (al fin aqu�, sin restaurantes chinos por medio)� El paisaje
es amplio. Y la Feria no permite acercarse a todos los detalles con
detenimiento. De hecho es ante todo eso: una Feria. El ganado ha sido
sustituido por obras de arte (alguna ni lo son). La sensaci�n de "ya
visto", especialmente al contemplar trabajos de j�venes artistas
espa�oles, es recurrente. Como ese cansancio, como el hast�o de las
azafatas vestidas de verde, iguales a muchas obras: a simple vista, muy
atractivas. "�Pero qui�n desea amar a una esfinge?", se pregunta en voz
alta uno de los guardias jurados que controla las entradas de los
visitantes. El cr�tico alem�n rapado al cero y vestido de negro, con
grandes gafas de montura negra, le sonr�e, �sta s�, sonrisa verdadera:
"Tambi�n se ama lo imposible", replica en un castellano casi perfecto. A
continuaci�n asegura que viene del Museo del Prado. "Necesitaba aire
fresco", cuenta a su acompa�ante, vestida de Prada, con un bolso en el
que peces de plata se muerden la cola.


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