Carlos Castillo on Fri, 31 Jan 2003 11:46:04 +0100 (CET)


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[nettime-lat] La crisis del espíritu: reflejos y denuncia


La crisis del espíritu: reflejos y denuncia

· Carlos Castillo


1.- Manifiesto: una forma de alzar la voz

La vida del espíritu corre el riesgo de verse opacada, reducida, mientras 
las perspectivas de bienestar material proponen saciar ese vacío con una 
serie de elementos en ocasiones imprescindibles, pero no totales, no 
absolutos. Tal es el mensaje del escritor Álvaro Mutis –Premio Cervantes 
2002- y del editor Javier Ruiz Portella publicado hace un par de semanas en 
el periódico español El Mundo y titulado Manifiesto contra la muerte del 
espíritu. El texto, lejos de atacar a la sociedad y más cerca de evaluar sus 
avances, sus alcances y sus deméritos, pondera situaciones y logros con un 
retroceso preocupante de “esa inquietud gracias a la cual los hombres son y 
no sólo están en el mundo”. Coincide asimismo con una crisis de valores 
presente en los ámbitos más comunes de la vida cotidiana y una crisis 
espiritual, de trascendencia, muy común en nuestro presente y que se acentúa 
ante la decepción que los hombres tienen de las instituciones que 
administran y regulan las creencias, la fe, la religión. Hemos quitado a 
Dios –o cualquier otra forma de asegurar un después- y no hemos encontrado 
aún nada qué poner en su lugar: la tecnología nos hace cada vez más compleja 
la creencia en una nada que pueda ser a su vez un Todo, las guerras entre 
credos y la defensa violenta de una fe única merman el sentido de Dios, el 
desinterés general por la cultura y, en el caso de México, el poco 
desarrollo mostrado en los planes de gobierno por este tema –reducido al 
término de “tiempo de ocio” o “ratos de esparcimiento”... No son pocos los 
ámbitos que el hombre deshecha y sustituye con facilidad, y esos muchos 
olvidos se conjugan en una frase: La muerte del espíritu. A continuación, 
algunos extractos del Manifiesto, que puede consultarse en la página 
electrónica del diario (www.elmundo.es):

- Lo que nos mueve no es la inquietud ante la muerte de Dios, sino ante la 
del espíritu: ante la desaparición de ese aliento por el que los hombres se 
afirman como hombres y no sólo como entidades orgánicas. La inquietud que 
aquí se expresa es la derivada de ver desvanecer ese afán gracias al cual 
los hombres son y no sólo están en el mundo; esa ansia por la que expresan 
toda su dicha y angustia, todo su júbilo y su desasosiego, toda su 
afirmación y su interrogación ante el portento de que ninguna razón podrá 
nunca dar cuenta: el portento de ser, el milagro de que hombre y cosas sean, 
existan: estén dotados de sentido y significación.

- “Tenemos el arte para no perecer a causa de la verdad”, es decir, de la 
racionalidad, decía Nietzsche. Quizá sí, quizá sea el arte lo que pudiera 
sacar al mundo de su abulia y torpor. Para ello, haría falta desde luego que 
la imaginación artística recobrara nuevo impulso y vigor... ¿Es esto posible 
en este mundo en el que no sólo la banalidad y la mediocridad, sino la 
fealdad misma (fealdad arquitectónica y decorativa, fealdad vestimentaria y 
musical...) parece estar convirtiéndose en uno de sus ejes centrales?

- Plantear la cuestión de dios no es otra cosa, en últimas, que plantear la 
cuestión de la imaginación, interrogarnos sobre su naturaleza: la de esa 
fuerza que, a partir de nada, crea signos y significaciones, creencias y 
pasiones, instituciones y símbolos; esa fuerza de la que quizá todo dependa 
y de la que el hombre moderno, como no podía ser menos, también se pretende 
dueño y señor.

* * *

	La cerrazón al otro, la creencia de que afuera está el mal y que lo 
distinto es equívoco o ajeno, enclaustran poco a poco al hombre en su 
universo solitario, donde, como en la caverna de Platón, sólo serán sombras 
lo que se mire, difusas formas que ya nadie quiere esclarecer, porque es la 
vista propia, aunque no siempre sea la más adecuada. Al respecto, el 
escritor y filósofo Rafael Argullol (El País 21/05/02) se expresa contra esa 
forma de servidumbre, llevándola paso a paso hasta un probable y nada 
deseable extremo: “Desde el interior de la fortaleza no hay línea de 
horizonte. Kafka ha descrito para siempre las servidumbres que tienen lugar 
entre sus muros: primero se pierde aquella línea que nos permite soñar; a 
continuación se nubla la visión de los campos abiertos, donde jugábamos y 
amábamos; luego se identifica el perímetro del recinto con los muros del 
mundo; finalmente, construidos esos muros en nuestra propia alma, ya no 
necesitamos que el enemigo exterior ataque a la fortaleza porque está 
apostado en nuestro interior mismo. Familiarizados por completo con el 
espíritu de la fortaleza no hace falta que se acerquen las huestes del miedo 
puesto que nosotros ya somos el miedo. Y ésta es la máxima servidumbre”.


2.- Ejemplos de aquella muerte y su combate

	La desaparición de las publicaciones de difusión cultural, su escaso 
mercado y los conflictos para llevar a cabo proyectos de esta índole ha sido 
una constante que hace cada vez más heroico el dedicarse a este tipo de 
proyectos, cuya publicidad escapa de las páginas de suplementos y revistas 
para ocupar espacios en programas televisivos vacíos y cuyo entretenimiento 
somete el instante, el momento, sin trascendencia alguna ni voluntad de 
trascender; vivir al día, con lo que ocurre ahora y con un sesgo a la 
memoria –que es escollo para el futuro- parece ser la moda, que no sólo es 
banal sino que hace de lo banal una moda, en un círculo vicioso que al final 
es una máscara, una vacío, una forma de llenar con nimiedades estación tras 
estación –temporada tras temporada- que se olvidan y repiten como si la 
imaginación tuviese un velo que le impidiese mirar un tanto más allá. El 
caso de la revista Paréntesis, fundada por el poeta Aurelio Asiain y que vio 
la luz en diciembre de 1999, es un claro ejemplo de esta situación, que ha 
cobrado la publicación de un medio de difusión cultural, artística y poética 
como pocos en el mercado. De igual forma pero hace un par de meses, el 
suplemento Crónica Cultural, del periódico La Crónica de Hoy, fue 
reemplazado por un panfleto dedicado a reportar los sucesos del mundial de 
Corea-Japón 2002, dejando vacío un espacio de expresión artística y 
contenidos que acercaban al público la literatura sobreviviente de Paul 
Celan, los andares de la narrativa mexicana actual y de las tendencias 
estéticas alrededor del mundo, sólo por mencionar tres temas de los muchos 
que aquél aportaba al lector. No obstante, así como las ediciones impresas 
desaparecen, la promoción cultural en la red se ve beneficiada con dos 
sitios que bien valdría la pena consultar: La Biblioteca virtual Miguel de 
Cervantes (www.cervantesvirtual.com), presidida por el escrito 
hispano-peruano Mario Vargas Llosa, ofrece al visitante toda una serie de 
consultas entre las que destacan autores latinoamericanos y españoles 
clásicos y contemporáneos, ya en obras completas ya en artículos críticos, 
una hemeroteca relativa a la literatura tanto iberoamericana como mundial, 
un listado de consulta temático, fototeca y videoteca, por mencionar los más 
representativos. Asimismo, otro sitio web, la agencia internacional de 
noticias culturales Librusa (www.librusa.com), ofrece un servicio diario de 
titulares respectivos al arte o a las letras, entrevistas, presentaciones de 
libros, novedades editoriales y foros con temas de actualidad.

* * *

	La muerte del espíritu denunciada por Álvaro Mutis debe tener un punto 
final, o una curva de ascenso que vuelva a situar en un lugar no primordial, 
pero sí considerable, a la cultura, al arte, para rescatar al espíritu que 
vive al día, se vacía y se llena con la simpleza de las cosas que no 
trascienden, que se pierden en el río del tiempo y nos dejan sólo con lo 
material, sin el aliento que hace lo estético y se conforma con el aire frío 
de lo funcional. Es posible todavía. Es necesario, como personas, como 
pueblo, como sociedad, como parte de un mundo al que quizá le haga falta la 
visión vertiginosa de la eternidad para darnos cuenta que el hoy sólo es 
total cuando se cimienta en el ayer para abrazarse a un mañana de horizontes 
plenos, de experiencias del día a día que se apilen para formar una cultura 
que se difunda, un gusto que se promueva, un sentido que no caduque en un 
botón de off o en un click, un espíritu que invada de lo mínimo a lo 
inmenso, para que hasta en lo más pequeño seamos capaces de hallar un 
milagro, una fantasía, una imaginación contra la razón que se excede, de la 
que se abusa... No es la imaginación al poder. Es el equilibro, la sabia 
distinción.

ciudad de México; [email protected]


Publicado en La Revista Peninsular www.larevista.com.mx










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