inventivasocial on Wed, 7 Jan 2004 22:38:20 +0100 (CET)


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[nettime-lat] OTRO MUNDO ES VISIBLE




*
Arracimada de a�os a�n no vividos
la ni�a hurga en la basura ciudadana
hurga por su codicia de pan
y sus dos d�as de ausencia
 por su boca que no tiene palabras
 por su coraz�n abrumado de soles negros
 por sus ojos ahuecados de luz.
La ni�a hurga y camina haraposa
mientras el enjambre ciudadano pasa
mira sin ver, se ausenta...

* de Oscar A. Ag�. [email protected]



Otro Mundo es visible


 
1. No editorial*

Ninguna s�ntesis anual. Casi no tiene sentido ya. Resultar�a una obviedad tras otra la consabida nota editorial de repaso exhaustivo de los doce meses que volcaron sus cotidianeidades en la �ltima p�gina, hasta ahora, de este libro de Historia Argentina que todos escribimos.

Que escarbe en una exploraci�n ansiosa de �xito, tras los f�siles de la esperanza, o tome de las mejores voces los sue�os intactos, es una tarea, en todo caso, del codo a codo. Oficio de comunidad. Responsabilidad ineludible de muchedumbre en marcha.

Y tal ves radique en esta idea la m�dula del mensaje de hoy.

Canto General

Ya es tiempo de lo nuevo. Qu� puede servir entre nuestras manos, de lo vivido, sino la memoria. La buena memoria. La sana costumbre de la memoria, el ejercicio pleno y responsable de la memoria.

Tal vez no volvamos a tropezarnos por cuarta vez con la misma piedra.

Quiz� hasta podamos multiplicar los panes desde cada andamio.

Sea cierto que repitamos un paso y luego otro y otro m�s sobre la tensa piel del agua y descubramos que la fe es posible, incluso intentando caminos sobre los imposibles.

Seamos capaces de la producci�n y el sol repartido en porciones iguales.

Y nadie sea m�s argentino que otro semejante en nuestra patria.

Y al fin y al cabo las voces se hagan una voz y nazca un canto general que nos de identidad, finalmente.

Cien a�os de soledad

As� se sinti� el hombre del banquito en la vereda durante un largo siglo de ausencias. As� la enfermera que dej� escapar su l�grima de impotencia sobre el huesito roto del pibe de los cartones. As� el maestro que gast� la mitad de su sueldo en leche y la otra mitad en l�pices de escribir tengo hambre o no hay futuro. As� olvid� su sombra en los soliloquios el artista que colg� la m�scara, el viol�n, un pincel, la luz sencillamente p�lida. O el abogado que se pregunt� por la vocaci�n enredado en la telara�a de una burocracia que el sistema llama justicia, pero el pueblo no. 
As� madrug� el tractorista, un alba�il de casa prestada, el barrendero del plan asistencialista, una pensionada, un muchacho sin estrenar sus brazos todav�a.
Una larga sucesi�n de esperas en el tedio de un presente sin ventanas. Una larga cola a la intemperie para nada, contra los altos muros detr�s de cuyos ladrillos sigui� la fiesta de los pocos.

El gran dictador.

Mientras tanto un pobre imb�cil intoxicado por las pel�culas de Rambo quiso conjurar el gran discurso de Charles Chaplin demostrando lo contrario. Y en vez de confesar sus intenciones de no sojuzgar a nadie y trabajar por un mundo en donde todos tengan un lugar de privilegio, hizo todo lo contrario, llen� de misiles el planeta y de amenazas y de intrigas palaciegas y bravatas de mente precaria, echando a la tumba miles de semejantes a los que no les lleg� ni a la suela de los m�seros zapatos.

Ser� alguna vez el mundo un s�lo pu�o contra los dictadores? No contra los pueblos sojuzgados, contra los despreciables ordenadores de masacres. Ser� entonces alg�n d�a el fin definitivo del imperio, el nacimiento de un planeta para todos?

El quinto elemento.

Tuvimos agua, fuego y tierra, aire llevando de un lado al otro silbos, cantos, esperanzas, voces de aliento, rezos y plegarias, anuncios y reclamos. Nos falt� la quinta esencia que hace libre al mundo, el quinto elemento imprescindible: el trabajo.

Las venas abiertas

Bolivia desgarr� su calma silenciosa y bautiz� el a�o de su despertar en las calles. Desde la muerte del Hombre Nuevo sin muerte que Bolivia no era estremecida por las preguntas de los reporteros de todo el mundo. Ergo: Bolivia existe! Y la Cia en Venezuela aliada con los multimedios patri�ticos enhebrados en los intereses del imperio tampoco pudo convencer a la mayor�a, de las mieles de la dependencia sin vueltas. Y en Brasil un contradictorio Lula acerca la rosa que est� mas cercana. Y Chile vio al fin al reo octogenario haci�ndose el se�il con una mezcla de cobard�a y miseria humana propia de esos v�mitos de la historia.

En Chiapas se dice que todav�a la utop�a duerme en la floresta. Hay una Managua de nuevos brotes rojinegros y el Frente en Uruguay se pone los pantalones largos, que estren� hace rato.

Un hombre y una mujer recorren de punta a punta nuestra latinoam�rica llena de bandadas, y dicen que un poema o un rumor de poema los sigue como una estela de esperanza.

Pueblo blanco

En este caser�o de fachadas con placas y argollas incrustradas en las veredas, los chicos de cualquier hora se suman con bicicletas desvencijadas o carritos de mano a la comprobaci�n de que lo que sobra, sirve.

Si el pueblo entero ofreciera contribuir con un tributo especial de dos pesos por persona a una cuenta extraordinaria para paliar la honda necesidad de los que sufren, tampoco servir�a. Ya no sirve, aunque pareciera que al menos algo es algo. Se trata de una cosa mucho m�s profunda que una dieta de emergencia, que un plan social desesperado, que un desvelo administrativo para frenar la noche. Incluso en el algo es algo se sabe que no alcanza. Que no por mucho tiempo puede sostenerse la apocal�ptica pauperizaci�n de una sociedad que pareciera no alcanzar siquiera a vislumbrar que va camino hacia el abismo.

Si algunas banderas colgando de los postes de alumbrado cambiaran las cosas! Pero hemos sido por largos a�os una sociedad rodeada de escenograf�as, simplemente. Ya se sabe, se supone que hemos aprendido. Lo esencial no puede encontrarse en el cart�n pintado.

Es que hubo alguna vez una llave que ahora, extraviada, nos obliga a aplastarnos los hombros contra gruesos paredones?

Qu� hacer? Qu� hacer! Que pareciera todo es poco!  Cu�nto menos puede haber que la nada repartida como ahora?

Y ya no hablo de pan sino de vida.

Pero se trata de echar la mirada como una piedra hacia adelante, y recoger el hilo intangible de los buenos sue�os con el trabajo diario.

Ya vendr�n tiempos mejores, dice mi t�a. Y admiro su optimismo, y me sumo, lo tomo de a pu�ados y lo reparto como una buena noticia.

Necesitamos pisar tierra firme y dejarle espacio a la esperanza.

Es dif�cil cuando se ejerce el oficio de naufrago. Pero a intentarlo, si no se intenta no hay supervivencia ma�ana.

Las cosas simples

Ser� el nombre de esa mujer, o el de ese hombre, digo, las ganas de saltar sobre el piso cada ma�ana? Los hijos en sus barriletes, la ternura de los buenos amigos?

Nos queda el amor como un caballo de tirar del arado, un combustible que mueva la m�quina, un papel que reciba el poema, una bandera para la marcha, una guitarra, la sustancia que nos despegue la p�tina desmemoria o la c�scara indiferencia para salirnos airosos del encierro tras la solidaridad bien nacida. Nos queda la patria, la verdad, la tolerancia, el sacrificio, la lealtad... formas de amor para cambiar las cosas. Desde lo simple tal vez el andamio para reconstruirnos.
No s� tantas cosas, es cierto

Pero me han contado todos los cuentos? y s� todos los cuentos. Le�n Felipe?

Tantas cosas no han salido en los diarios! Que la porci�n de noticias que interesan a los gerentes de ventas se ha multiplicado por doquier instalando una parte min�scula de los acontecimientos con la que los vanidosos editorialistas y especialistas en historia escribir�n sobre el 2003 con rigor de pelafustanes de alquiler.

Tal vez por eso me quede con las voces de la calle m�s que la de los diccionarios (Serrat dixit) y trato de dejarme un tiempito libre para pensar en lo pasado con el objetivo de guardarme de memoria lo verdadero. La revancha de un 2004 que me posibilitar� poner en pr�ctica lo aprendido es ya un buen incentivo para salir a pecho arriba a defender la alegr�a.

Mensajes del alma

Se pone el deseo como se�al de fraternidad a toda prueba. Deseo felicidad, paz y prosperidad, como en los cartoncitos de ocasi�n. Y bla bla bla.

Yo voy con las palabras Memoria y Amor a todas partes, las cuelgo de la puerta de tu casa, las paso por debajo de la puerta, se las doy en mano a los vecinos, las pego al coraz�n de mis corazones.

Ya se sabe qu� se dice cuando se dice Amor: Patria, Bandera, Trabajo, la Otra Mitad, los hijos, la Familia, los pechos fraternales, las ilusiones vivas.

Te dejo dos palabras, para que no empieces saturado de sustantivos este nuevo a�o.

Y que me escribas si te queda un rato, que hay muchas cosas para pensarnos juntos.

* de Gabriel Impaglione. [email protected]



2. Los Azorados*


Negros en la nieve y en la bruma,
junto a la gran lumbrera que se enciende,
           sus culos en redondo,

de rodillas, cinco peque�os -�miseria!-,
miran al Panadero hacer
           el denso pan rubio.

Ven el fuerte brazo blanco que voltea
la pasta gris y que la enhorna
           en un claro agujero.

Oyen como se cuece el buen pan.
El panadero de amplia sonrisa
           gru�e una vieja canci�n.

Est�n acurrucados, ni uno se mueve,
al aliento de la roja lumbrera
           c�lida como un seno.

Cuando alrededor de la medianoche
trabajado como un bollo
           sale el pan,

cuando, bajo las vigas ahumadas,
cantan las cortezas perfumadas
           y los grillos,

c�mo sopla la vida en ese c�lido agujero,
ellos sienten el alma extasiad�sima
           bajo sus andrajos,

se sienten tan a gusto vivir,
los pobres Jes�s llenos de escarcha,
           que ah� est�n todos,

pegando sus peque�os morros rosas,
al enrejado, gru�endo cosas
           entre los agujeros,

ingenuos, diciendo sus oraciones
y replegados hacia esas luces
           del cielo reabierto,

tan fuerte, que revientan sus pantalones
y su camisa temblequea
           al viento del invierno.

* de Arthur Rimbaud.
Poes�a Completa - Edicomunicaci�n 1.994


 
3.Trofeos*

1. A pesar de los terroristas que nacen, con cierta frecuencia, en sus sagradas arenas, Arabia Saud� es el principal basti�n de Occidente en Oriente Medio.

Una monarqu�a democr�tica: cada d�a vende a Estados Unidos un mill�n y medio de barriles de petr�leo, a precio bajo, y cada d�a le compra armas, a precio alto, por diez millones de d�lares.

Una monarqu�a que ama la libertad: proh�be los partidos pol�ticos y los sindicatos, decapita o mutila a sus prisioneros al estilo talib�n y no permite que las mujeres manejen autom�viles, ni que viajen sin permiso del marido o del pap�.

Desde mayo de 2000, Arabia Saud� es miembro de la Comisi�n de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

2. Este reconocimiento internacional a los m�ritos de Arabia Saud�, que tanto hace por los derechos humanos de sus cinco mil pr�ncipes, me anima a proponer otras recompensas.

Bien se podr�a, por ejemplo, otorgar la Copa Mundial de la Democracia Representativa a la empresa petrolera Unocal, de Estados Unidos. Antes de conseguir empleo como presidente de Afganist�n, el elegante Hamid Karzai trabajaba para la empresa, y otro tanto hac�a Zalmay Khalilzad, que ahora es delegado del gobierno de Washington en Kabul. La lluvia de misiles que
barri� a la tiran�a de los talib�n ha despejado el camino a la democracia representativa de los representantes de Unocal, que ya est�n empezando a concretar su viejo proyecto: el gasoducto que permitir� la salida hacia Occidente del gas del mar Caspio, a trav�s del territorio afgano

3. Numerosos candidatos tendr�a, un suponer, el galard�n latinoamericano a las Manos Limpias.

Un final cabeza a cabeza: muchos son los gobernantes que han cobrado caro los servicios prestados a sus pa�ses, en estos �ltimos a�os de la gran rifa de las privatizaciones.

A Ra�l Salinas, hermano del que fue presidente de M�xico, lo llamaban "se�or Quince por Ciento". Carlos Menem cre� una Secretar�a de Asuntos Especiales para hacer efectivas sus comisiones. El hijo del presidente ecuatoriano Abdal� Bucaram hizo una fiesta para celebrar su primer mill�n. Con lo que se encontr� en una de las cuentas de Vladimiro Montesinos, brazo derecho del presidente peruano Fujimori, se pod�an haber construido 500 escuelas.

Mientras fue alcalde de Managua y presidente de Nicaragua, Arnoldo Alem�n, que vale su peso en oro, aument� su fortuna de 26 mil d�lares a 250 millones, seg�n denunci� su embajador ante la Uni�n Europea, que bien le conoce los negocios. �Ser�a para llegar a esto que Ronald Reagan desangr� en larga guerra a uno de los pa�ses m�s pobres del mundo?

4. Tambi�n me atrevo a sugerir que se distinga a la empresa Daimler-Chrysler con el trofeo a la Responsabilidad Social.

El a�o pasado, en el Foro de Davos, que es algo as� como el Foro de Porto Alegre al rev�s, un directivo de Daimler-Chrysler pronunci� el discurso m�s aplaudido. J�rgen Shrempp emocion� a la concurrencia exhortando a asumir "la responsabilidad social de las empresas en el mundo de hoy". De hoy, dijo. Al d�a siguiente, su empresa ech� a 26 mil trabajadores.

5. En tren de seguir con las felicitaciones, creo que George W Bush merece un premio a la Honestidad Involuntaria.

Como se sabe, el presidente de la humanidad tiene algunos problemas con la boca. A pesar de los consejos de su mam�, a veces se olvida de masticar antes de tragar, y se atraganta con alg�n pretzel marca Enron. Y a menudo se enreda con las palabras que dice, y entonces dice lo que de veras piensa.
Sus dificultades de expresi�n act�an al servicio de la verdad. El 2 de marzo del a�o pasado, por poner un ejemplo, Bush declar�: "Quiero comunicar este equ�voco mensaje al mundo: hay que abrir los mercados".

Equ�voco mensaje, como bien dijo. En Estados Unidos, mercado cerrado, se han multiplicado por siete los subsidios agr�colas en los �ltimos cinco a�os. Y mientras tanto, en los pa�ses del sur del mundo, mercados abiertos, millones y millones de campesinos han sido condenados a vivir como el caracol, que puede pasarse un a�o sin comer.

6. El premio a la Impunidad del Poder tendr�a que ir a manos de la revista Newsweek.

Un par de meses despu�s de la ca�da de las torres, la revista ha publicado un art�culo de su periodista estrella, Jonathan Alter, que sin pelos en la lengua recomienda la tortura. El periodista hace m�ritos desarrollando las ideas del presidente Bush, que en sus discursos hab�a advertido: desde ahora, vale todo. Seg�n el art�culo, la tortura es el m�todo m�s adecuado
para hacer frente al enemigo en los tiempos que vienen.

El periodista no lo dice, porque eso no se dice, pero la guerra contra Sat�n y la guerra contra el terrorismo no tienen nada de nuevo como coartadas para ejercer el terror de Estado. Desde los verdugos de la Inquisici�n hasta los militares que aprendieron a torturar en la Escuela de las Am�ricas, se sabe que la tortura no es muy eficaz para arrancar informaci�n, pero es
eficac�sima para sembrar el miedo.

7. El premio al Dinamismo de la Econom�a tendr�a que ser atribuido, me parece, a la industria del miedo.

Ahora que se privatiza todo, tambi�n se privatiza el orden. La delincuencia crece y asusta. En Brasil, por ejemplo, las empresas privadas de seguridad constituyen un ej�rcito cinco veces m�s numeroso que las fuerzas armadas.
Sumando los empleados legales y los ilegales, llegan al mill�n y medio.

�ste es el sector m�s din�mico de la econom�a en el pa�s m�s injusto del mundo. Una implacable cadena productiva: Brasil produce injusticia que produce violencia que produce miedo que produce trabajo.

8. Habr�a que colgar la Medalla al M�rito Militar en el pecho del jubilado Norberto Roglich.

Ocurri� en Argentina, a principios de este a�o. En plena guerra contra la gente, los bancos hab�an confiscado los ahorros. Roglich, jubilado, enfermo, desesperado, se lanz� al asalto de una fortaleza financiera. En el pu�o, apretaba una granada:

-O me dan mi plata o volamos todos.

La granada era de juguete, pero le devolvieron su dinero.
Despu�s, march� preso. El fiscal pidi� de ocho a 16 a�os de c�rcel: para �l, no para el banco.

9. Para m�, no hay duda. El trofeo de Ciencias Sociales debe ir a manos de Catalina �lvarez-Ins�a. Ella ha definido la pobreza mejor que nadie:

-Pobres son los que tienen la puerta cerrada.

Si se aplicara su criterio, habr�a que corregir los c�lculos: los pobres del mundo son muchos m�s que los que las estad�sticas confiesan.

Catalina tiene 3 a�os de edad. La mejor edad para asomarse al mundo, y ver.

* de Eduardo Galeano.

-escrito enviado por Clemente Pad�n. [email protected]



4. Carta de un padre a sus hijos*


Tengo heridas de guerra. 

El cielo despejado 

muestra surcos de aviones. 

Sobre tu piel celeste 

veo las quemaduras 

de bombas y misiles 

y es tu cielo y mi cielo, 

es el cielo de todos. 


Tengo heridas de guerra.

Por mis mares y oc�anos 

vienen proas de sangre.

La muerte capitana 

navega nuestras aguas 

dej�ndome sus marcas 

en las profundidades 

de mi cuerpo que sangra.


Tengo heridas de guerra. 

Presiento los infartos 

nucleares que me estallan.

Siento las infecciones 

de invisibles ej�rcitos, 

las contaminaciones 

de brutales comandos

que enfermar�n la vida.


Tengo heridas de guerra.

Son las mismas heridas 

que habitan dentro m�o. 

Son mis propios aviones, 

mis propios submarinos 

que atraviesan mi cuerpo 

desde los pies al alma.

La violencia me habita. 


Tengo heridas de guerra.

Por suerte est�n ustedes 

que las vienen sanando.

Tal vez los que t� engendres 

no tengan m�s heridas 

y nazcan alg�n d�a 

ni�os sin cicatrices, 

sin almas corro�das. 


Tengo heridas de guerra.

Son las mismas heridas 

de las rivalidades.

Viejas enfermedades 

de credos y ego�smos, 

de pudores absurdos, 

de avaricias infames, 

de dioses olvidados.


Tengo heridas de guerra.

Pero por suerte tengo 

un tambor de la paz.

Yo quiero que me ayuden 

a empezar las llamadas 

donde acudan las hijas 

y los hijos de todos 

al desfile m�s grande.


Cargar� mis heridas, 

ustedes, cicatrices, 

pero los m�s peque�os 

tendr�n el cuerpo en paz.

Lo llenar�n de gozo, 

el mar estar� limpio 

y el cielo de sus almas

ser� un claro de luna.



Posdata. Por las dudas 

lleven bolsas de afectos. 

El viaje ser� largo 

en este tren nocturno.

Si sienten por el aire 

las heridas de guerra 

toquen en los tambores 

de la paz que despierta


* De Ignacio Mart�nez [email protected]



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