Grano de Arena on Fri, 16 Jan 2004 20:26:42 +0100 (CET)


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[nettime-lat] [ATTAC] INFORMATIVO 222 - LA IDENTIDAD DE NUESTROS PUEBLOS


EL GRANO DE ARENA
Correo de informaci�n ATTAC n�221
Lunes, 12/01/2004
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En este n�mero
SECCIONES
A. De inter�s general - B. Latinoam�rica - C. ATTAC

A1. Superman desconcertado. Un sentimiento muy �ntimo de impotencia y depresi�n golpea a los invasores norteamericanos, desde sus oficiales hasta el �ltimo soldado, cuando grupos comando derriban sus helic�pteros como si fuesen pajaritos (con diez o doce soldados dentro).
A.2 Campa�a de la Semilla de V�a Campesina. Las semillas son continuidad de la vida y garant�a de soberan�a alimentaria, integran los cinco elementos que son la base de la vida. El sol, la tierra, el agua y el aire generadores de la riqueza de la naturaleza. Ellos son la identidad misma de nuestros pueblos 
A3. Las emisiones de gas: un peligro global Los peri�dicos europeos dedican sus comentarios a la inseguridad de Rusia para firmar el protocolo de Kioto, siguiendo la l�nea de EEUU. La guerra fr�a y la enemistad entre ambos se diluyen en intereses econ�micos.
B1. M�xico - TLCAN: 10 a�os del paradigma de la nueva orden mundial. Como resultado, 40% de los peque�os productores rurales mexicanos perdieron sus empleos o tuvieron que vender sus propiedades. Con ello se ha ampliado la emigraci�n: s�lo en 1998, 130.661 mexicanos que se tiene conocimiento emigraron para Estados Unidos
B2. Hait�: Pobreza y desigualdad: El 1� de enero se cumplieron 200 a�os de la independencia de Hait�   Doscientos a�os de lucha en la isla de la libertad   
C1. ATTAC-Espa�a : Attac-Espa�a avanza en la definici�n de su proyecto pol�tico. Entendemos que para regenerar la democracia es necesario que la ciudadan�a recupere la pol�tica, y ATTAC como movimiento ciudadano tomar� iniciativas tendentes a impulsar nuevas estructuras pol�tica de democracia directa que desde la complementariedad con la actual organizaci�n pol�tica y en una relaci�n dial�ctica con esas formas, vayan decant�ndose alternativas viables de democracia participativa.


 
A1  Superman desconcertado

                                           Julio Carreras (h)*

Superman volteaba "bandidos" de a cuatro hasta que se  topaba con alg�n negrito "malo" con un pedazo de kriptonita en la mano. Repentinamente comenzaba a sentirse d�bil, desconcertado. Bajaba los brazos y ca�a, presa de un mareo ingobernable, un enervamiento que lo dejaba totalmente a merced de sus enemigos.

En una historieta es muy f�cil salvar a Superman, un par de cuadritos despu�s. En las callejas de Bagdad, no. Un sentimiento muy �ntimo de impotencia y depresi�n golpea a los invasores norteamericanos, desde sus oficiales hasta el �ltimo soldado, cuando grupos comando derriban sus helic�pteros como si  fuesen pajaritos (con diez o doce soldados dentro). O de pronto se detiene un carrito tirado por mulas, alguien acciona un conmutador desde la distancia, y salen cuatro misiles contra sus cuarteles, caus�ndoles m�s dolorosas v�ctimas. 

Es innegable la amarga sensaci�n de inseguridad constante que padecen hoy los estadounidenses y sus aliados, no s�lo en el frente de batalla sino en cualquier lugar del mundo, incluyendo (y esto es lo peor) su propio territorio nacional. La "kriptonita" desencadenante de tan inc�moda sensaci�n fue, sin lugar a dudas, el 11 de septiembre. "Su" 11 de septiembre: pues en otro lugar del mundo, fuerzas criminales vestidas con uniforme hab�an desencadenado ya el terror social en esa misma fecha, pero 28 a�os antes. Santiago ensangrentado ser�a si no el peor el m�s impresionante ejercicio de impunidad imperial que mostrar�a el siglo XX. Allende era un presidente inobjetable, desde las reglas democr�ticas que los Estados Unidos dicen defender. Fue asesinado de la manera m�s vil sin que a las Naciones Unidas ni la OEAse les moviese un pelo para salir en su defensa.

Despu�s del 11 de septiembre de 2003, en cambio, los que sienten aquellos pueblos como los de Vietnam, Nicaragua, Panam�, cuando son atacados por sus marines.  "En �frica, en la regi�n del mundo en la que m�s saben de odios, rencillas y conflictos -escribi� un periodista poco despu�s del 11/S 03-, donde la prosperidad es un sue�o lejano, saben, desde tiempos inmemoriales, algo que en Estados Unidos no han aprendido hasta esta semana. Que un escorpi�n puede derribar a un elefante.

El asombroso descubrimiento ha sacudido la sensaci�n de mastod�ntica invulnerabilidad de los americanos, les ha mostrado que el mundo era un lugar m�s peligroso y complejo de lo que imaginaban, ha introducido en su psique colectiva una sensaci�n de precariedad y un elemento de miedo que antes no exist�an. Por eso no hace falta ser historiador, ni astr�logo para predecir que los incre�bles acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 marcar�n un antes y un despu�s en la vida americana. Ni la pol�tica estadounidense, ni la visi�n que tienen del resto del mundo y c�mo relacionarse con �l, ni sus actitudes y valores, volver�n a ser jam�s
los mismos."(1)

Una red muy eficaz

Luego del terrible ataque a la delegaci�n de la ONU en Bagdad los jefes militares norteamericanos dijeron que no ten�an responsabilidad sobre la custodia del edificio. Seg�n ellos, el �rea donde lograron penetrar los combatientes de la resistencia iraqu� quedaba bajo el exclusivo control de la ONU, por expreso mandato de sus autoridades. Intentaban restar magnitud a una acci�n guerrillera de un valor estrat�gico extraordinario.

La capacidad de golpear en el coraz�n del Occidente Simb�lico (Naciones Unidas), en el mism�simo centro neur�lgico de un pa�s ocupado, y abrumadoramente "controlado" por el mayor ej�rcito occidental (y del mundo entero) result� demoledor, tanto para las fuerzas de ocupaci�n como para la pol�tica triunfalista de los ocupantes. Un estremecimiento depresivo recorri� las venas de los occidentales. No s�lo de quienes est�n comprometidos directamente con la invasi�n a Iraq, sino tambi�n los millones de televidentes norteamericanos, espa�oles, australianos, ingleses, alemanes, latinoamericanos, rusos, japoneses, italianos, que pudieron ver la impresionante escena del edificio de la ONU en Bagdad cayendo ominosamente sobre los diplom�ticos internacionales (una clase a la cual se consideraba as�pticamente aislada de los peligros por las tecnologizadas fuerzas militares que las custodian).

El hecho de que la segunda autoridad mundial de la ONU y sucesor de Koffi Annan resultara muerto agigant� el �xito de la resistencia iraqu�. Pese a que los grandes monopolios medi�ticos hicieron lo imposible para difuminar su significado, inundando inmediatamente las pantallas con semblanzas y todo tipo de informaci�n que mostraba a esta especie de playboy brasile�o en acci�n, como si todav�a anduviese recorriendo las naciones en conflicto con "invulnerabilidad" asegurada por impresionantes efectivos occidentales.

Para los pobladores de los pa�ses musulmanes fue, por el contrario, un est�mulo extraordinario y la confirmaci�n de que la gran batalla "contra sat�n" no ha hecho otra cosa que comenzar. Aunque no se alude a esta circunstancia en los medios occidentales, la mayor parte de los pa�ses orientales ve a la ONU "como uno de los esbirros m�s implacables de Washington.

Supervis� las sanciones que, seg�n las cifras de UNICEF, fueron directamente responsables de la muerte de medio mill�n de ni�os iraqu�es y de un terrible aumento en la tasa de mortandad. Dos funcionarios superiores de la ONU, Denis Halliday y Hans von Sponeck, renunciaron en se�al de protesta contra  esa pol�tica, explicando que la ONU no hab�a cumplido con su deber hacia el pueblo de Irak" (2).

Los iraqu�es, por su parte no podr�n olvidar nunca que EE.UU. y Gran Breta�a lanzaron a partir de 1992, con aprobaci�n de la ONU, cientos de toneladas de bombas y miles de misiles sobre Irak y, en 1999, funcionarios de EE.UU. informaron tranquilamente al Wall Street
Journal que se les hab�an acabado los objetivos. En 2001, el bombardeo de Irak hab�a durado m�s que la invasi�n de Vietnam por EE.UU. La reciente decisi�n del Consejo de Seguridad de aprobar retrospectivamente la invasi�n, violando directamente la Carta de la ONU, alent� una sensaci�n de rechazo visceral hacia el organismo, preparando un clima que los combatientes de la resistencia supieron aprovechar.

Hoy es ya muy evidente que:

a) Los combatientes iraqu�es contra la ocupaci�n tienen una conducci�n estrat�gica con refinad�sima percepci�n pol�tica, y comprenden perfectamente las concepciones ideol�gicas que deben atacar para sembrar desmoralizaci�n entre sus enemigos.

 b) Han logrado estructurar una red de contraespionaje temible, lo cual les ha permitido detectar incluso a los agentes encubiertos del enemigo -como ocurri� con los espa�oles, coreanos y japoneses muertos- convirtiendo con esto a sus ataques en temibles armas de propaganda subliminal. El mensaje que emana es "los tenemos a todos vigilados: tarde o temprano caer�n".
 
El portal del escorpi�n

Ya el 11 de Septiembre norteamericano cre� una sensaci�n tan depresiva en la poblaci�n estadounidense que los poderosos equipos gubernamentales no pod�an ocultar su incertidumbre sobre los pasos a seguir para revertir la derrota. Poco despu�s de ocurridos los sucesos, un intelectual mexicano describ�a con lucidez esta sensaci�n: "...lo que es irreversible por primera vez en la historia de los Estados Unidos (desde la simb�lica "invasi�n" del imperio por Pancho Villa), es la p�rdida de la presunta invulnerabilidad de ese pa�s, tal y como lo propagandizaban todos los d�as sus medios de informaci�n y comunicaci�n, as� como todo el aparato de seguridad e inteligencia y que ten�an  expresi�n medi�tica sobre todo en la TV y en el  marketing cinematogr�fico de Hollywood: los rambos venciendo a las "fuerzas del mal", el h�roe Bruce Willis (Duro de Matar, que protagoniza al personaje John McLane "...dotado de una rara fuerza f�sica, una sonrisa serena, un coraz�n divorciado y testaru!
dez que roza la locura, �ste es un hombre que puede enfrentar -mejor dicho: tiene que enfrentar- verdaderos ej�rcitos de terroristas con puro ingenio y resistencia...") alcanzando corriendo y trepando en pleno vuelo a un Boeing para desactivar bombas y vencer a los terroristas en un edificio sitiado por ellos. Personajes invencibles como el Superman gringo o el Batman surcando los cielos de New York ("ciudad g�tica") y de los Estados Unidos para vigilar y castigar y vencer a los "malosos", etc�tera. Todas estas figuras mitol�gicas construidas ad hoc por el imperio yanqui encaminadas a mostrar su invulnerabilidad, que ni siquiera en las pel�culas resultaba violada." (3)
La invasiones a Afganist�n e Iraq fueron orquestadas, entonces, sobre la necesidad de recobrar esta invulnerabilidad perdida. As�, las campa�as fueron emprendidas no s�lo con un descomunal despliegue militar, sino con el agregado de un equivalente ej�rcito medi�tico "incrustado" en las fuerzas vengadoras, de tal manera que los millones de televidentes del mundo fueran siguiendo paso a paso la extraordinaria eficacia destructiva ("justiciera") del agresor. Cuando se vio caer la estatua de Saddam Hussein en el centro de Bagdad, y bast� una simple r�faga de metralla para "escarmentar" a los periodistas que se hab�an atrevido a informar de un modo independiente (matando a un camar�grafo espa�ol), la talla del dios americano parec�a haber recuperado su car�cter de inalcanzable.

Pero ahora que multitudinarias manifestaciones en Londres han volteado la estatua de Bush frente a sus propias narices -a semejanza simb�lica de lo ocurrido con la de Saddam-, y en Iraq no pasa d�a en que no muera alguno o varios miembros del ej�rcito de ocupaci�n, otra vez un terror insidioso ha comenzado a recorrer las venas de los norteamericanos. Y, como se sabe, el miedo es un portal que, una vez abierto, resulta casi imposible de obturar. Por all� suelen colarse, adem�s, los escorpiones que con frecuencia terminan derribando a los elefantes. 
* Escritor. Periodista. Coordinador General de SOLIDARIDAD, Asociaci�n para la defensa de los Derechos Humanos, el Consumidor y los Trabajadores.

(1) John Carlin, "El fin de una era", El Pa�s, Madrid,
20 de septiembre de 2001.
(2) Tarik Ali, "Irak ocupado jam�s conocer� la paz"
CounterPunch (Traducido para Rebeli�n por Germ�n
Leyens) 30 de agosto de 2003.
(3) Adri�n Sotelo Valencia. "Dos torres, un
terrorismo: Crisis de hegemon�a del imperio
norteamericano". Edici�n del autor en Internet.
M�xico. UNAM. 26 de septiembre de 2001.

A2. Campa�a de la Semilla de V�a Campesina
                                         V�a Campesina

Las semillas integran los cinco elementos que son la base de la vida. El sol, la tierra, el agua y el aire generadores de la riqueza de la naturaleza. Ellos son la identidad misma de nuestros pueblos 

Desde sus or�genes, la agricultura fue protegida por las culturas ancestrales, quienes nos la legaron en herencia y nos ense�aron a preservarla y continuar asi con la vida. Familias aborigenes y campesinas en todo tiempo y lugar las hemos recolectado, almacenado, conservado, intercambiado libremente, pero tambi�n nos corresponde preservarlas en legado a las futuras generaciones.
La diversidad gen�tica se ha expandido desde entonces. En este proceso hemos seleccionado algunas variedades productivas y hemos mejorado otras menos eficientes, adaptando nuestros cultivos a microambientes espec�ficos de una manera natural.

La "crianza" de nuestras semillas es una responsabilidad y un compromiso de quienes defendemos la vida, en todas sus multidiversas manifestaciones. Nuestra relaci�n con la madre tierra es integral, en ella hacemos historia y sembramos futuro. De las manos de nuestras abuelas/os y madres se nos transmiti� el conocimiento tradicional de esta sobrevivencia, que es tambi�n como la semilla: colectivo y no monopolizable.

Como guardianes de estos recursos y conocimientos, practicamos la solidaridad y la cooperacion, porque creemos en la unidad dentro de la diversidad, tanto en lo natural como en lo humano. Por ello es que interactuamos en organizaciones de comunidades rurales e ind�genas para promover relaciones de justicia social en todos los �mbitos de la vida.

La lucha por el derecho a la tierra y los territorios, el derecho de acceso al agua, los bosques, los suelos y subsuelos existentes en esos espacios vitales y la defensa de la vida son partes inseparables de la soberania alimentaria.
Nunca el proceso de expropiaci�n y marginacion contra pueblos indigenas, abor�genes y campesinos del mundo habia sido tan fuerte, cruel y despiadado como ahora. Por la globalizaci�n de la ambicion, por poderosas corporaciones transnacionales que se han venido apropiando de nuestras tierras y privatizando la ! vida y confiscando nuestros derechos colectivos, de presentes y futuras generaciones, al pretender imponer supuestos derechos de propiedad intelectual de los genomas y la manipulaci�n gen�tica.

Este proceso, basado en la il�gica locura del mercado, pretende hacer desaparecer a los pueblos abor�genes y campesinos, secuestrando nuestros derechos a ser los leg�timos guardianes de las semillas del pasado y del futuro, que pretenden saquear para cambiarnoslas por las suyas, engendradas en sus laboratorios del mal, por lo que hoy debemos protegernos de este saqueo a la vida.

Las semillas siempre han sido patrimonio com�n de la humanidad, pero la dominacion tecnol�gica ha promovido el robo de la biodiversdiad en los paises indefensos, guardianes del germoplasma de la madre naturaleza. Desde finales del pasado siglo, el reconocimiento de la soberania de los Estados sobre los recursos gen�ticos, lejos de detener este crimen a escala mundial, ha servido para legitimarlo o de! jar que ocurra impunemente.

Por eso nosotros, guardianes perennes de estos recursos, en ejercicio de nuestro poder constituyente como pueblos soberanos, nos estamos organizando en movilizacion global para la defensa de la vida, para mantener el control de las semillas de las que provienen nuestros alimentos y dem�s recursos naturales, para evitar y combatir cualquier intento de apropiacion privada y monop�lica de ellas, para recuperarlas, preservarlas y entregarlas a las generaciones futuras, como ha sido hasta ahora.

Hemos custodiado y protegido esas semillas de la vida y tenemos el derecho a usar, escoger, almacenar e intercambiar libremente semillas y especies, porque son parte de nuestra identidad y cultura. Atentan contra este derecho, las patentes de los genomas que representan la mayor causa de destruccion de la soberania alimentaria confiscando el poder generador de la vida para ponerlo en manos de las transnacionales amparadas y estimuladas por el depredado! r y excluyente modelo neoliberal.

Nos oponemos a la propiedad intelectual sobre cualquier forma de vida. El �nico custodio de la vida es quien la porta, quien la detenta, quien la vive, quien la alimenta y quien la conserva. Esto corresponde a las naciones, pa�ses y sus pueblos, a las comunidades indigenas, aborigenes y campesinas y campesinos del mundo. Por ello, no aceptamos que quienes siempre hemos custodiado las semillas de la sobrevivencia alimentaria de la humanidad, hoy tengamos que pagar regalias por nuevas semillas, nacidas de otras que fueron saqueadas en nuestras tierras, manipuladas o modificadas gen�ticamente en paises extranjeros, y que nos obligan a cambiar nuestras pr�cticas agricolas ecol�gicas o, simplemente, a depender de ellas, porque son est�riles.

Sin semillas no hay agricultura; sin agricultura no hay alimentacion; y sin alimentacion no hay pueblos. Por eso hoy nos declaramos en una gran campa�a mundial en defensa de las semillas sustenta! doras de la vida, impulsando la declaraci�n en que sean reconocidas como patrimonio comun de la humanidad.

Desde el Foro Mundial por Soberan�a Alimentaria nos comprometemos a:

- Llevar a cabo diversas acciones para impedir la manipulaci�n gen�tica que tenga como motivaci�n la dominaci�n y opresi�n de los pueblos.

- Llamar al fomento y est�mulo del libre intercambio de semillas, el rescate de experiencias locales de su conservacion, de ferias campesinas para compartir sabidur�as, intercambiar semillas y productos agroecol�gicos dinamizando mercados locales y regionales.
- Concretar diversas acciones para recuperar la memoria hist�rica y cultura ancestral del manejo de semillas, promoviendo una agricultura ecol�gica urbana y rural que reproduzca el milagro de m�s y mejores alimentos y semillas.

Todos estos compromisos y acciones tienen en su esencia el quinto elemento c�smico: el amor a la vida en todas sus formas.

ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES AFILIADAS A VIA CAMPESINA, AMIGOS DE LA TIERRA Y DEMAS ONG Y OSC ASISTENTES A LA CUMBRE DE ALIMENTACION. ROMA, 10 JUNIO 2002
 
A3. Las emisiones de gas: un peligro global

Los peri�dicos europeos dedican sus comentarios a la inseguridad de Rusia para firmar el protocolo de Kioto, siguiendo la l�nea de EEUU. La guerra fr�a y la enemistad entre ambos se diluyen en intereses econ�micos.

Un problema global

El diario Volkskrant de Holanda, dedica su editorial al cambio clim�tico y la actitud de Rusia: 'El gobierno de Mosc� ha intentado amortiguar los comentarios pero la posibilidad de que Rusia no firme el protocolo de Kioto queda abierta. El contrato que trata sobre el cambio clim�tico en el planeta se reduce entonces a pura teor�a. Esto suena amenazante. Sobre todo si los s�ntomas del calentamiento global se siguen acumulando. El cambio clim�tico se puede calificar con toda la raz�n como un problema global que �nicamente se puede solucionar entre todos. Hasta que no se encuentre una salida, s�lo queda esperar que las temperaturas no suban demasiado.'

Poca responsabilidad global

El rotativo de Noruega Aftenposten critica la pasividad de Rusia y su falta de responsabilidad ante la firma del protocolo de Kioto: 'Una negativa rusa al protocolo de Kioto en su forma actual ser�a como una ducha fr�a para los esfuerzos internacionales de controlar el efecto invernadero y evitar los grandes cambios clim�ticos. La argumentaci�n no fue suficiente y paralelamente expres� una falta de responsabilidad ante los problemas globales del planeta, como ya hizo Rusia y su predecesora la Uni�n Sovi�tica. Tal y como se plantea la reforma del protocolo de Kioto, Rusia dispone de una gran cuota de emisiones, que puede vender a otros pa�ses a buen precio. Esto traer�a dinero a las arcas del estado, pero Rusia tambi�n va a sufrir por el cambio clim�tico, que ya experimentamos. Ni la negativa actual de Rusia ni la de EEUU de hace dos a�os pueden detener el trabajo para evitar el cambio clim�tico. Incluso si el acuerdo de Kioto no es perfecto, por lo menos fue un paso importan!
te.''

�Un atisbo de esperanza?

El peri�dico alem�n Allgemeine Zeitung Mainz, de Maguncia, critica la actitud del presidente Ruso ante el pacto de Kioto: 'El presidente ruso sabe que puede conseguir lo mejor para el o para su pa�s (en este orden), mientras sea el peso que controla la balanza. Pero todav�a no est� claro quien ganar� la partida que se juega entre bastidores. Lo �nico claro es que ser�a una cat�strofe si, junto con Estados Unidos, Rusia tambi�n le vuelve la espalda a Kioto. Entonces se podr�a temer, que los firmantes del protocolo cayeran como fichas de domin� y la protecci�n del medio ambiente se convirtiese en un hobby de los pa�ses europeos. A�n as�, quedar�a algo de esperanza, si los EEUU eligiesen un presidente, para el que la protecci�n del medio ambiente no fuese ninguna tonter�a inservible, sino una cuesti�n de responsabilidad. S�lo entonces podr�amos hablar sobre Kioto.'

Kioto en coma

El S�ddeutsche Zeitung alem�n tambi�n alude en sus comentarios a la dificultad que supone conseguir entre todos un protocolo para la protecci�n del clima: 'As� de c�nico suena: Posiblemente act�en cuando las consecuencias del cambio clim�tico sean tan evidentes que nadie m�s se pueda negar. El que abandona ya ha perdido. Tan equivocado es ce�irse s�lo al protocolo de Kioto, como declarar muerto este proceso internacional. Un contrato que influya en las econom�as nacionales y al mismo tiempo tenga consecuencias globales, no se consigue en dos d�as. Se deber�a considerar as�: Kioto est� en coma, pero podr�a recuperar la conciencia en cualquier momento.'
                                               Deutsche Welle

B1. M�xico - TLCAN: 10 a�os del paradigma de la nueva orden mundial

Las discusiones sobre el �rea de Libre Comercio de las Am�ricas (Alca), la negociaci�n de tratados bilaterales para la liberaci�n de aranceles en los cambios comerciales de los pa�ses, la creaci�n de mercados comunes como el Mercosur, que se constituyen las principales pautas de los ministerios de Relaciones Exteriores no s�lo en Am�rica Latina como en todo el mundo es resultante de un modelo econ�mico mundial instituido a trav�s de dos marcos: la Uni�n Europea (UE) y el Tratado de Libre Comercio de Am�rica del Norte (TLCAN), entre EE.UU., Canad� y M�xico, que el d�a 1� de Enero de 2004 cumple 10 a�os.

Hasta el final de la d�cada de 1980 todav�a vigoraba la divisi�n de todas las naciones del planeta entre pa�ses de econom�a de mercado y pa�ses de econom�a planificada, siendo la distinci�n mantenida por el conflicto latente y la lucha indirecta entre Estados Unidos y la Uni�n de Rep�blicas Socialistas Sovi�ticas (URSS), que comandaban cada grupo, respectivamente. Simb�licamente, la bipolarizaci�n del mundo era representada por el muro que divid�a al medio la ciudad Berl�n y a la vez Alemania.

Esta estructura geopol�tica se fue desmontando en olas sucesivas: 1989, cae el muro de Berl�n; 1990, ocurre la reunificaci�n de Alemania; y en 1991 entra en colapso la URSS y se desagrega la cortina de hierro tanto de manera pac�fica, como la revoluci�n de veludo que separa la Rep�blica Checa de Eslovaquia, como de forma cruenta, como en la guerra que ha esfacelado Yugoslavia o como en Rumania, en donde los dirigentes comunistas han sido ahorcados por la poblaci�n.

Sobre los escombros del mundo socialista (con las graves excepciones de Cuba y China), se ha engendrado la nueva din�mica mundial conocida como globalizaci�n. Impulsada por los desarrollos en la comunicaci�n y en el sistema de transportes, no se conceb�a m�s fronteras cerradas para el flujo comercial internacional. Entonces se inicia no s�lo en los ex pa�ses de econom�a estatal, como as� tambi�n en los capitalistas actualmente tildados de "en desarrollo", entre ellos la mayor�a de los latinoamericanos, lo que se ha convenido llamar de liberalizaci�n: apertura para las importaciones y privatizaci�n de los negocios y empresas.

Para mejor actuar en este nuevo escenario, los pa�ses pasan a integrarse en bloques. Con Jap�n y UE despuntando como fuerzas econ�micas competitivas, Estados Unidos resuelve negociar con Canad� y M�xico la adopci�n de un tratado de libre comercio entre los tres pa�ses, firmado por Ottawa, Washington y M�xico D.F. en diciembre de 1992, el TLCAN, que empieza a funcionar en enero de 1994. La integraci�n completa es esperada para 2008.

Seg�n el art�culo 102 del Tratado, los principales objetivos del TLCAN son "eliminar obst�culos al comercio y facilitar la circulaci�n transfronteriza de bienes y de servicios entre los territorios de las partes", lo que es hecho a trav�s de la eliminaci�n de aranceles pagos por las mercanc�as provenientes de uno de los pa�ses firmantes que van a ingresar en un mercado integrante del bloque, y "aumentar sustancialmente las oportunidades de inversi�n en los territorios de las partes", lo que implica en incentivos y compromisos por parte del gobierno para que las empresas se establezcan en el pa�s contemplado con las inversiones.

El dumping de ma�z estadounidense

Todav�a hay una meta del TLCAN que es ignorada y en la pr�ctica hace con que Canad�, y principalmente M�xico, se conviertan en ampliaciones del mercado estadounidense, y no asociados comerciales. En el art�culo citado, se prescribe adem�s que el TLCAN debe "promover condiciones de competencia leal en la zona de libre comercio". Lo que no ocurre principalmente por cuenta de los subsidios o subvenciones suministradas por el gobierno de EE.UU. a sus productores agr�colas a trav�s de pr�stamos a tasas preferenciales, ayudas e incentivos fiscales, entre otros.

El ma�z, por ejemplo, es uno de los productos agr�colas m�s protegidos por el gobierno americano. Un bushel de ma�z (medida que equivale a 35, 2381 libras, o aproximadamente 16 quilos) que tiene, seg�n valores de agosto de 2003, el costo de producci�n de 2,66 d�lares, puede ser vendido a 1,74 por cuenta de los subsidios. Con eso para M�xico ha resultado m�s barato comprar el ma�z americano que aprovechar la producci�n nacional, caracterizando la situaci�n de dumping (t�rmino que literalmente significa despejo): el mercado mexicano ha sido invadido por ma�z estadounidense "artificialmente" m�s barato que el producido en el pa�s.

Ocurre que el ma�z es el alimento ancestral de la poblaci�n mexicana y base de la econom�a de subsistencia (45% de las unidades de producci�n de ma�z en M�xico es de subsistencia) de los campesinos pobres desprove�dos de las condiciones t�cnicas de siembra y almacenaje, adem�s de acceso al cr�dito y a canales de mercado que mantienen el producto competitivo. A estas limitaciones estructurales se le ha sumado el valor a bajo de mercado de ma�z americano.

Como resultado, esparci�ndose para otros productos agr�colas, 40% de los peque�os productores rurales mexicanos perdieron sus empleos o tuvieron que vender sus propiedades. Con ello se ha ampliado la emigraci�n: s�lo en 1998, 130.661 mexicanos que se tiene conocimiento emigraron para Estados Unidos.

Sin embargo, seg�n las reglas del propio TLCAN, el gobierno de M�xico podr�a empezar a cobrar impuestos sobre el ma�z estadounidense a partir de un determinado nivel de descompensaci�n. No s�lo ese l�mite viene torn�ndose m�s amplio desde el establecimiento del Tratado como el gobierno mexicano se ha recusado a usar de esta prerrogativa, por cuenta de las presiones del gobierno de EE.UU. (principal importador de los productos agr�colas mejicanos) y de las industrias alimenticias estadounidenses procesadoras del ma�z que se han implantado e invierten en M�xico para que �ste mantenga la importaci�n del producto.

Con esta abdicaci�n de derechos comerciales, M�xico ha perdido 2 mil millones de d�lares en impuestos no cobrados. Son datos como �stos que hacen del TLCAN un paradigma de la nueva orden econ�mica mundial.

� Con informaciones de la ONG Institute for Food and Development Policy.

B2. Hait�: Pobreza y desigualdad

       Juan Carlos Galindo
 
El 1� de enero Hait� celebr� su segundo centenario como rep�blica independiente. Sin embargo, existen pocos motivos para el festejo. El pa�s se encuentra en una situaci�n ag�nica, al borde del desastre, en medio de una crisis pol�tica de consecuencias imprevisibles, vencido por una m�sera situaci�n econ�mica y social. Iniciadas en el norte de la isla en septiembre, las manifestaciones contra el r�gimen de Jean Bertrand Aristide han llegado ahora a la capital, Puerto Pr�ncipe. El 5 de diciembre, milicias progubernamentales disolvieron a tiros una concentraci�n pac�fica en la facultad de Ciencias Sociales. Desde ese momento, la situaci�n no ha dejado de empeorar. La �ltima manifestaci�n, celebrada en las calles de la capital durante el pasado lunes 22, se ha saldado con dos muertos y decenas de heridos. La oposici�n y la sociedad civil, cada vez m�s cohesionadas frente al enemigo com�n, se encuentran dispuestas a derrocar a un r�gimen acorralado por la corrupci�n y la miseria.

Sumida en una crisis econ�mica perpetua, de escasos recursos siempre dilapidados por corruptas elites, esta peque�a rep�blica -que comparte la isla de la Espa�ola con la Rep�blica Dominicana- se ha convertido en el pa�s m�s pobre de Am�rica. Su esperanza de vida no supera los 50 a�os, m�s del 70 por ciento de sus habitantes se encuentra por debajo del umbral de la pobreza y la mitad de la poblaci�n es analfabeta. Seg�n Naciones Unidas, casi 4 millones de personas, sobre un total de 8 millones, necesita ayuda humanitaria para sobrevivir. La deforestaci�n, una de las m�s r�pidas del mundo, quema los escasos recursos del pa�s. Mientras, el narcotr�fico ha creado una industria nacional de la que todo poder p�blico participa y ha convertido Hait� en la primera plataforma de distribuci�n hacia el jugoso mercado estadounidense. Adem�s, el pa�s concentra m�s del 60 por ciento de todos los casos de sida registrados por la Organizaci�n Mundial de la Salud (OMS) en el Caribe y, entre 1!
980 y 2001, m�s de 300.000 haitianos murieron v�ctimas de esta enfermedad.

Ahora, a la crisis econ�mica y social, se suma la pol�tica. La azarosa carrera de Aristide se encuentra en un momento especialmente delicado. Sin embargo, a lo largo de su dilatado periplo, el "cura de los barrios bajos" (sobrenombre con el que se conoc�a a Aristide) ha demostrado una asombrosa capacidad de supervivencia. En las elecciones presidenciales del 16 de diciembre de 1990, primeras plenamente democr�ticas en los 187 a�os de historia de Hait� como Estado independiente, Aristide arroll� con un 67,5 por ciento de los votos, reflejo de su inmensa popularidad entre las capas m�s desfavorecidas. De esta manera, Hait� pon�a fin a tres d�cadas de poder militar e intentaba superar la herencia del sanguinario dictador Duvalier, que gobern� de 1957 a 1986. Sin embargo, tan s�lo ocho meses despu�s, Ra�l Cedras llega a la presidencia del pa�s despu�s de un sangriento golpe de Estado. Aristide se refugia en Estados Unidos y no renuncia al poder. En 1994, 20.000 soldados, en su m!
ayor�a estadounidenses, colocan de nuevo a Aristide a la cabeza del gobierno. El presidente y su organizaci�n pol�tica Lavalas (que significa "avalancha" en cr�ole, la lengua originaria de Hait�) vencen en las legislativas de 1995 (denunciadas por fraude y boicoteadas por la oposici�n). Las elecciones presidenciales de 2000, en las que Aristide consigue la reelecci�n con el 91 por ciento de los votos, se celebran en medio de protestas de la oposici�n por la evidente ausencia de las garant�as democr�ticas.

Desde su vuelta al poder en 1994, Aristide ha llevado al pa�s por la senda de la recesi�n econ�mica y el asilamiento internacional. Todas las promesas de desarrollo formuladas en 1990 han quedado en palabras. La oposici�n, salida en gran parte de las filas de Lavalas, ha sido duramente reprimida. Las calles, gobernadas por milicias de chavales armados por el r�gimen, hace mucho tiempo que dejaron de ser un lugar habitable.

Los grupos de oposici�n y la sociedad civil, organizados en torno a la iniciativa "184", contin�an con las manifestaciones y la presi�n pac�fica, a la que el r�gimen responde con balas. Sin embargo, dividida y excesivamente diezmada por la represi�n y la carencia de medios, su fuerza real no se corresponde con su gran poder de reivindicaci�n y protesta.

Ante la extrema gravedad de la situaci�n, importantes miembros del gobierno de Aristide, entre ellos tres ministros y el embajador en la Rep�blica Dominicana, han dimitido. As� se acent�a, a cada momento que pasa, el aislamiento externo e interno de un gobierno contra las cuerdas que ha puesto a Hait�, otrora ejemplo de libertad, al borde del colapso. Un pa�s que consigui� la independencia hace ahora dos siglos, despu�s de una guerra contra el todopoderoso ej�rcito napole�nico. Una guerra para evitar que se reinstaurase la esclavitud en la isla. Una guerra en nombre de la libertad y el progreso. Quedan lejos, hoy, esos tiempos para Hait� 
                     AIS (Agencia de Informaci�n Solidaria)

C1. ATTAC-Espa�a : Attac-Espa�a avanza en la definici�n de su proyecto pol�tico.

En diciembre de 2003 se han cumplido seis a�os de la publicaci�n del art�culo de Ignacio Ramonet "Desarmar los mercados", aparecido en la edici�n espa�ola de Le Monde Diplomatique correspondiente a Diciembre de 1997, y el cual propon�a crear (a escala planetaria) la organizaci�n Acci�n por una Tributaci�n de las Transacciones para ayuda a los Ciudadanos. (ATTAC). En Espa�a se constituyeron los primeros ATTAC en el transcurso del a�o 2000 y fue a mediados del siguiente a�o cuando se ultim� el proceso de formaci�n de ATTAC-Espa�a.
ATTAC-Espa�a ha realizado a  finales de noviembre en Madrid su segunda Conferencia Territorial, buscando perfeccionar sus mecanismos de coordinaci�n, representaci�n y portavoc�a. En ella  se han concretado las actividades para el a�o pr�ximo -de las que cabe destacar la campa�a sobre la Constituci�n Europea, adem�s de las espec�ficas sobre una Justicia Fiscal Global, la defensa de los servicios p�blicos y contra el AGCS-, y se han consensuado aportaciones orientadas a ir definiendo el proyecto pol�tico de ATTAC como un movimiento mundial de ciudadanas y ciudadanos para la transformaci�n social, esto es, para el cambio progresivo y pac�fico de las estructuras econ�micas y pol�ticas que en la actualidad rigen los destinos del planta.
 
Durante estos a�os ATTAC se ha extendido por cuatro continentes y est� implantada en m�s de 40 pa�ses. Su aportaci�n te�rica y su acci�n pol�tica han sido fundamentales para la formaci�n de una opini�n cr�tica con el sistema econ�mico capitalista, que est� en la base de las grandes movilizaciones de estos a�os. Su apuesta por el Foro Social Mundial como espacio de confluencia altermundialista, fue determinante en el proceso de b�squeda de alternativas y movilizaci�n contra la globalizaci�n neoliberal.

Desde su inicio, ATTAC ha orientado su acci�n a la formaci�n de un movimiento mundial de ciudadanas y ciudadanos, comprometido en la lucha por cambiar las relaciones de dominaci�n impuestas por el poder econ�mico. Su cr�tica al proceso incontrolado de financiarizaci�n y especulaci�n, como causantes directos de las graves crisis financieras que tantos sufrimientos han causando a los pa�ses que las han padecido en estos �ltimos a�os, forman parte ya de los gritos de alarma y rebeld�a que se vienen uniendo en la exigencia de un cambio de orientaci�n pol�tica que asuma el control democr�tico de econom�a, la implantaci�n de una justicia fiscal global que contemple la tasaci�n de las transacciones financieras, la abolici�n de los para�sos fiscales, el incremento de la imposici�n fiscal a las rentas del capital, la abolici�n de la deuda de los pa�ses dependientes y la redistribuci�n de la riqueza mundial como expresi�n �tica de justicia y de solidaridad. Todo ello por sentido com�n!
, por la necesidad de mantener vivo el elemental sentimiento humano de interdependencia y cuya destrucci�n solo puede acarrear, miedo, hambre y miseria para los m�s, pero tambi�n inseguridad y violencia para todos.

Frente a ese clamor de voces que en el mundo se han dejado o�r como expresi�n de estos sentimientos, la reacci�n del poder econ�mico, de los poderosos del mundo, est� llevando a la humanidad a otro per�odo de violencia y guerras para mantener sus privilegios y su dominaci�n. Nuevamente se reproduce la vieja coartada de la seguridad para encubrir los privilegios, por lo que tendremos que seguir pregunt�ndonos: �De qu� seguridad se trata y para qui�n?

Las injusticias, el genocidio que el r�gimen econ�mico imperante est� causando cada a�o, condenando a la muerte por hambre a m�s de 30 millones de seres humanos, de los m�s 800 millones de hambrientos que existen en el mundo (cifra que va creciendo de a�o en a�o), �es de esta seguridad de la que nos hablan, o esa tragedia no cuenta porque es tan inevitable como si de a una ley natural se tratase?. A la emigraci�n que se impone a los pobres del planeta como imperativo vital, como opci�n de vida o muerte, y que resulta ser de muerte en tantos casos, �le podemos hablar de seguridad, o acaso no es un terrorismo tan inhumano y aterrador como los dem�s, por m�s que lo produzca la mano invisible del sacrosanto mercado? Lo cierto es, que esta aberrante forma de disuadir a los hambrientos para que mueran resignadamente, y se olviden del coraje y la dignidad humana que les empuja a luchar por iniciar una vida mejor, all� donde perciben que pueden alcanzarla, no es algo por lo que los !
pol�ticos puedan sentirse bien, porque tampoco forma parte de lo inevitable, todo lo contrario, obedece al ego�smo sin l�mites de los grandes privilegiados y a la falta de voluntad pol�tica de los gobiernos (�democr�ticos?) de los pa�ses ricos para poner remedio a estos nuevos holocaustos.

Ante estas situaciones, en ATTAC nos proponemos contribuir a recuperar la esperanza pol�tica de que se puede organizar las relaciones econ�micas, sociales y pol�ticas en beneficio de todos y no de unos pocos. Es un imperativo �tico que nos conduce a redoblar esfuerzos y reiniciar caminos.

En ese prop�sito, parece necesario recordar que de la grave situaci�n que denunciamos, no es ajeno al desarme ideol�gico que se produjo en los a�os ochenta y noventa de amplios sectores pol�ticos de la izquierda. En aquellos a�os, era "moderno" asumir las proclamas del neoliberalismo y abandonar las ideas fuerzas emancipadoras, de igualdad, justicia y solidaridad por las hab�an luchado varias generaciones.

Soplar a favor del viento de la revoluci�n neoconservadora y con ella del fundamentalismo neoliberal, era, y lamentablemente sigue siendo en algunos casos, todo un ejercicio de papanatismo, al que no renuncian los nuevos conversos ni ante la evidencia que aportan los datos m�s rigurosos de organismos internacionales del sistema de Naciones Unidas, que a�o tras a�o, van confirmado las escandalosa acumulaci�n de riqueza de una minor�a a expensas de la gran mayor�a de la poblaci�n mundial.

El neoliberalismo no es un proyecto econ�mico orientado al bien com�n, todo lo contrario, es una falacia que encubre las pretensiones de acumulaci�n y dominaci�n del capitalismo de siempre. A ello responde el desmantelamiento del Estado de bienestar, la desregulaci�n de las relaciones de trabajo, la p�rdida de derechos laborales, la precarizaci�n, el recorte de las pensiones, la privatizaci�n de los servicios p�blicos, etc. Todas estas pol�ticas est�n orientadas a conseguir la inseguridad y la sumisi�n de los m�s d�biles, a romper la cohesi�n social y las relaciones de solidaridad de clase e intergeneracional y a reducir al m�ximo la libertad y la autonom�a personal.

En ATTAC pensamos, que por ser necesario, es posible cambiar este estado de cosas. Que es posible un desarrollo sostenible, que es posible organizar la econom�a sobre bases equitativas al servicio de las necesidades personales y sociales de toda la humanidad y no en el beneficio exclusivo de unos pocos. Que las relaciones entre los pueblos y la convivencia en paz basada en el respeto a la diferencia, la autonom�a, la justicia y la solidaridad, es la condici�n necesaria para la seguridad de todos.

A la consecuci�n de este cambio social est� orientado el proyecto pol�tico de ATTAC.

Estamos construyendo un movimiento mundial de ciudadanas y ciudadanos unidos por la determinaci�n rebelde de que nada que nos afecte pueda hacerse sin nuestra participaci�n. Queremos avanzar en la formaci�n de un movimiento planetario de educaci�n popular para la autoorganizaci�n ciudadana y la acci�n pol�tica.

No obstante, es importante resaltar que a diferencia de otros proyectos del pasado, la opci�n pol�tica de Attac no se orienta a ocupar el poder. Afirmamos que Attac tiene por finalidad devolver el poder a los ciudadanos, con lo que estamos proponiendo la posibilidad de afrontar nuevos procesos constituyentes de organizaci�n econ�mica, social y pol�tica, desde el convencimiento ciudadano que se vaya formando. Como movimiento de ciudadanos, orientamos los procesos de cambio desde la pluralidad que refleja la propia sociedad, desde las organizaciones ciudadanas, al margen de los partidos pol�ticos, identificando los problemas que crea la globalizaci�n capitalista y proponiendo alternativas posibles; articulando los an�lisis globales y las acciones locales.

Desde el espacio local base de nuestro esquema organizativo, impulsamos la formaci�n de una ciudadan�a cosmopolita comprometida con la gobernabilidad del planeta sobre criterios democr�ticos, de libertad y autonom�a de las distintas entidades pol�ticas, subsidiaridad, justicia y solidaridad. Esta visi�n nos lleva a reforzar nuestro car�cter de movimiento mundial de ciudadanas y ciudadanos, con voluntad de permanencia, de construcci�n de organizaci�n social.

En esa perspectiva, Attac fundamenta su opci�n por la democracia radical participativa, como cauce y referencia del proceso pol�tico para la realizaci�n de la transformaci�n social que plantea, lo que nos lleva a profundizar en el an�lisis de las causas y la dimensi�n de la grave crisis de representatividad, desprestigio y desafecci�n de la ciudadan�a, que viene arrastrando la democracia liberal representativa -sin olvidar que han sido y siguen siendo los gobiernos democr�ticos representativos de los pa�ses hegem�nicos, los actores principales, los que dan soporte a la globalizaci�n que combatimos-, para no iniciar procesos que conduzcan a los mismos resultados.

Por todo ello la Conferencia Territorial de ATTAC-Espa�a tom� el acuerdo de "...Reclamar el reconocimiento de las formas de democracia participativa, complementaria de la democracia representativa, cuyo respeto reafirmamos, como medio para iniciar el cambio sobre el compromiso de los ciudadanos."

Esta reclamaci�n marca el consenso actual del movimiento internacional sobre la voluntad de cambio en las estructuras pol�ticas que percibimos como necesario. De ella cabe destacar para su desarrollo, su apuesta por la democracia participativa y la exigencia de reconocimiento, es decir, de institucionalizaci�n y normalizaci�n funcional como espacio de democracia directa complementaria de la democracia representativa. Es decir, nuestra cr�tica a la democracia representativa est� basada en convicciones democr�ticas y tiende a recuperar el proyecto democr�tico, por entender que las formas actuales de democracia representativa han traicionado valores democr�ticos fundamentales y cuya recuperaci�n es imprescindible para que el proyecto democr�tico siga desarroll�ndose.

En este sentido, entendemos que para regenerar la democracia es necesario que la ciudadan�a recupere la pol�tica, y ATTAC como movimiento ciudadano tomar� iniciativas tendentes a impulsar nuevas estructuras pol�tica de democracia directa que desde la complementariedad con la actual organizaci�n pol�tica y en una relaci�n dial�ctica con esas formas, vayan decant�ndose alternativas viables de democracia participativa.

Luis Edo Mart�n, �ngel L. del Castillo, Ricardo Garc�a Zald�var, Carlos Mart�nez y Enric Pastor. Miembros de ATTAC-Espa�a



"Hay muchas maneras de matar.
Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc. ...
S�lo pocas de estas cosas est�n prohibidas en nuestro Estado"
                                    (BERTOLD BRECHT)


"S�lo nos queda una alternativa: la restricci�n del monopolio, el doblegamiento del poder
del dinero, la implantaci�n del trabajo cooperativo y la amplia distribuci�n de la propiedad privada, as� como la estricta restricci�n de la usura y de la competencia, las cuales casi han llegado a destruirnos".

HILAIRE BELLOC, (argentino) "La crisis de nuestra civilizaci�n", 1937.










Advertencia: Los documentos publicados no comprometen a la asociaci�n ATTAC salvo menci�n en contrario. Pueden ser la opini�n de grupos tem�ticos, personas u otras organizaciones. Se trata solamente de aprovechar las experiencias y las ideas disponibles para poder construir  juntos ese otro mundo posible, para reapropiarnos de nuestro porvenir.


 

 

 
 




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