ingrassia/colovini on 27 Dec 2000 05:10:17 -0000


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La tecnolog�a y su uso mediatizado

Raoul Vaneigem
[cap.9 de La revoluci�n del a vida cotidiana, 1967]

Contrariamente a los intereses de quienes controlan su uso, la tecnolog�a
tiende a desmitificar al mundo. El democr�tico reinado del consumo priva a
las mercanc�as de cualquier valor m�gico. Al mismo tiempo, la
organizaci�n -la tecnolog�a de las nuevas tecnolog�as- sustrae a las fuerzas
productivas modernas de sus subversivas y seductoras cualidades. Tal
organizaci�n es simplemente la organizaci�n de la autoridad. Las mediaciones
alienadas debilitan a las personas haci�ndose indispensables. Una m�scara
social encubre a las personas y a los objetos, transform�ndolos, en la
presente etapa de apropiaci�n privada, en cosas muertas- en mercanc�as. La
naturaleza ha dejado de existir. El redescubrimiento de la misma ser� su
conversi�n en un adversario de peso a trav�s de la construcci�n de nuevas
relaciones sociales. El coraz�n de la vieja sociedad jer�rquica ser� abierto
desde adentro por el crecimiento del equipamiento material

La misma crisis es evidente en las civilizaciones no-industriales, donde la
gente todav�a muere de hambre, y en las sociedades automatizadas, donde la
gente ya se est� muriendo de aburrimiento. Todo para�so es artificial. La
vida de un nativo de las islas Tobriand, rica a pesar de los rituales y los
tab�es, est� indefensa frente a una epidemia de viruela; la vida de un
suizo, pobre a pesar del confort, est� indefensa frente al suicidio.

Las ideas de Rousseau y los idilios pastorales acompa�aron los primeros
latidos de la m�quina industrial. La ideolog�a del progreso, encontrada en
Condorcet o Adam Smith, surgi� del viejo mito de las cuatro edades. As� como
la edad de hierro precedi� a la edad dorada, parec�a 'natural' que el
progreso se constituyera como un retorno: el retorno al estado de inocencia
previo a la Ca�da.

La creencia en el poder m�gico de la tecnolog�a se desarrolla mano a mano
con su opuesto, la tendencia a la secularizaci�n. La m�quina es el modelo de
lo inteligible. No hay ning�n misterio, nada oscuro en sus correas, ruedas y
mecanismos; todo puede ser explicado perfectamente. Pero la m�quina es
tambi�n el milagro que nos transportar� hacia el reino de la felicidad y la
libertad. Adem�s, esta ambig�edad es �til para sus amos: la vieja f�bula
sobre un ma�ana feliz opera a varios niveles para justificar la actual
explotaci�n racional del hombre. Si bien no es la l�gica de la
secularizaci�n la que sacude la fe de la gente en el progreso mostr�ndoles
el uso inhumano del potencial t�cnico, la m�stica barata que la rodea
comienza a resquebrajarse. Mientras a las clases trabajadoras y los pueblos
subdesarrollados les siga siendo ofrecido el espect�culo del lento
decremento de su pobreza material, el entusiasmo por el progreso se seguir�
alimentando de los pensamientos de la ideolog�a liberal y su extensi�n, el
socialismo. Pero, un siglo despu�s de la espont�nea desmitificaci�n de los
obreros de Lyon, cuando destruyeron los telares, una crisis general emergi�,
surgiendo esta vez de una crisis de la gran industria; la regresi�n
fascista, sue�os enfermos de retorno al corporativismo, una ubuesca raza
maestra de bestias rubias.

En la actualidad las promesas de la vieja sociedad llueven sobre nuestras
cabezas en una avalancha de bienes de consumo que nadie se atrever�a a
llamar man� celestial. Dif�cilmente podr�a uno creer en el poder m�gico de
los artefactos para el hogar con la misma intensidad en que se cre�a en las
fuerzas productivas. [There is a certain hagiografic literrature on a steam
hammer.] Uno no puede imaginar mucho con un cepillo de dientes el�ctrico. La
producci�n masiva de instrumentos del confort -todos igualmente
revolucionarios, de acuerdo con sus respectivas publicidades- ha otorgado
hasta a la gente menos sofisticada el derecho de expresar una opini�n sobre
las maravillas de la innovaci�n tecnol�gica en un tono tan gastado como la
mano que introducen en sus pantalones. El primer aterrizaje en Marte pasar�
desapercibido en Disneylandia.

La opresi�n y la inclemencia, el motor a vapor, la electricidad y el
surgimiento de la energ�a nuclear perturbaron y alteraron la infraestructura
de la sociedad (m�s all� de que fuesen descubiertos casi por casualidad).
Pero hoy ser�a est�pido esperar que las nuevas formas de producci�n
trastornen el modo de producci�n. El florecimiento de la tecnolog�a a dado
paso a una s�ntesis supertecnol�gica, que se ha demostrado fundamental para
la comunidad social- la primera s�ntesis t�cnica, fundada en el amanecer del
tiempo. Y tal vez m�s importante que esto: si la cibern�tica pudiese ser
sustra�da a sus amos, podr�a ser capaz de liberar a los grupos humanos del
trabajo y de la alienaci�n. Este era, precisamente, la idea de Charles
Fourier en una �poca en que la utop�a todav�a era posible.

Pero la distancia entre Fourier y los expertos en cibern�tica que controlan
la organizaci�n operacional de la tecnolog�a es la distancia entre libertad
y esclavitud. Por supuesto, el proyecto cibern�tico pretende estar lo
suficientemente desarrollado para ser capaz de resolver todos los problemas
ocasionados por la aparici�n de cualquier nueva t�cnica. Pero no vayas a
creerlo.



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